Un momento de la actuación de Jarabe de Palo. | Arguiñe Escadón

A pesar de que se creía que era la primera vez que Jarabe de Palo actuaba en la isla, su líder y vocalista, Pau Donés, rectificó esta equivocación diciendo que hace ya muchos años tocaron en el Palacio de Congresos de Eivissa, pero de eso hace ya demasiado tiempo. Lo que sí es cierto es que no podían haber vuelto a actuar ante el público ibicenco en un día mejor, pues con ellos se cierran los conciertos en el baluard de Santa Llúcia que tan sólo volverá a ser escenario a finales de julio del Festival del Jazz.

Ibiza Roots trajo el jueves a uno de los grupos españoles más míticos de finales de los 90 hasta su escenario. Un Jarabe de Palo que ya no lleva el pelo largo pero que después de tanto tiempo continúa entonando la mítica canción de La flaca como el primer día, a pesar de que han pasado casi 20 años de su lanzamiento. A las 22.30 horas y mirando al mar sonaron algunas de las canciones más conocidas de la banda Depende, Agua, Grita, Bonito y El lado oscuro, frente a un público joven sobre el que se comentó: «Es un subidón que en la Eivissa de David Guetta venga a vernos también gente joven».

Donés lanzó al público el siguiente mensaje: «La mala noticia es que el Ayuntamiento dice que ya no se pueden hacer aquí más conciertos, la buena es que hoy todavía estamos disfrutándolo». Una noche de despedida y celebración completa en la que hubo también una explosiva combinación de sonidos traídos desde diferentes partes del mundo, porque antes de los españoles estuvieron las danzas orientales y latinas.

De India a Cuba

Desde Rajasthan India, llegó Nathunal Solanki & Sakapuntas, con sus ritmos de danza Kalbelia, donde Marta Chandra bailó los típicos folclores de esa región al son de la percusión. Seguida de una voz cubana que electrizó a los asistentes, Diana Fuentes, acompañada por los músicos de Calle 13, atrajo la música caribeña con acento meloso y mucha sabrosura, mientras caía la puesta de sol. Su canción de despedida Amarga pero dulce fue exactamente el sabor que nos dejó la noche, amarga por decir adiós a semejante escenario, privilegiado sobre Dalt Vila, pero dulce por el espectáculo de despedida para cerrar esta etapa de la música en Eivissa.