Horas muertas. Horas en las paradas de taxis a la espera de clientes; ese es el día a día de los profesionales del sector durante los meses de invierno. Foto: M.B.

Eivissa es la isla del todo o el nada. Y esto ocurre a todos los niveles: turismo, ocio y trabajo. Son muchos los negocios que florecen de cara al buen tiempo y que pasan penurias durante los meses más fríos. Entre otros, los que más aquejan el cambio estacional son los taxistas, un gremio sacrificado que trabaja largas jornadas laborales, aunque en invierno no se ven recompensadas.

«El verano es más rotativo y tenemos la isla a pedir gracias al turismo que llega», afirma Diego Muñoz, a quien apodan Candiles, taxista en Ibiza desde hace 35 años. Mientras que el calor no permite descansos, en invierno pueden estar hasta tres horas esperando en las paradas y percibiendo unas ganancias que apenas les llega a veces para pagar el depósito.

«Llevo 30 euros y queda apenas una hora para el medio día», comenta Julián Carrasco, cuya jornada comenzó a las 6 de la mañana. Al igual que su compañero subraya la diferencia abismal que hay de una estación a otra en la isla. Mientras que en invierno se factura una media de 100 euros al día, en verano estas cifras pueden cuadruplicarse, especialmente en los turnos de noche ya que el turismo de fiesta es de los que más taxis demanda.

«En invierno puedes echarle más horas, pero no verás ni una cuarta parte del dinero que se hace en verano, cuando dicen que nos forramos. Pero lo cierto es que ganamos más dinero porque no tenemos vida», afirma Carrasco, ya que llegan a realizar turnos de 12 horas durante cuatro meses sin librar.

Pero no sólo sufren la crisis estacional, sino también la económica y su consiguiente pérdida de clientes. «Antes había gente por el tema de la construcción y los fines de semana había más ambiente, ahora no hay nada», comenta Candiles. Como consecuencia, este año las tarifas no han aumentado, normalmente suelen subir de 5 a 10 céntimos cada dos o tres años, pero ahora se han mantenido estables. «Hay que ajustarse a la realidad, a todos nos ha afectado la crisis», añade.

De hecho, en ciudades como Madrid se han suprimido las tarifas por zonas, según comenta José Gregorio, «en la periferia se cobraba un precio algo más elevado (2,90 euros), frente a los 2,40 de la zona 1». Ahora ese incremento de tarifa sólo se pone en funcionamiento para las carreras nocturnas y de fin de semana; y esto ocurre en una ciudad donde las ganancias sí están equilibradas todo el año.