Marta Díaz. | Daniel Espinosa

AMarta Díaz, exvicepresidenta 2ª y consellera socialista de Interior, Comercio, Industria y Relaciones Institucionales del Consell d’Eivissa durante la presidencia de Vicent Torres (2015-2019), el matrimonio le sienta fenomenal. La pudimos ver el pasado miércoles en el programa de la TEF, ‘Bona Nit Pitiüses’, donde fue entrevistada por Toni Ruiz y Sonia Escribano. Parece estar en plena forma. Desde luego, se quedó bien a gusto y sacudió de lo lindo a sus antiguos compañeros de partido, a quienes parece detestar profundamente.

El Tribunal de Cuentas ha dado carpetazo al asunto de la supuesta responsabilidad contable en que pudo haber incurrido por el uso indebido de la tarjeta de crédito del Consell d’Eivissa, gracias a que devolvió las cantidades pagadas y que en su día no pudo justificar. Así, la causa que se investiga en el Juzgado de Instrucción nº 2 de Ibiza pierde fuerza y Marta Díaz ya puede comenzar a respirar más tranquila.

Liberada, aunque sea parcialmente, de la espada de Damocles que pendía sobre su cabeza, le ha parecido buen momento para sacar la libreta de los reproches, que tiene a rebosar. La exsecretaria de organización de la FSE-PSOE ajusta cuentas con aquellos que la trataron de modo similar a como se trataba a un apestado en el siglo XVI: sin misericordia, sin compasión, como si fuese del PP, algo que, por lo demás, muchos socialistas ibicencos siempre consideraron que era, aunque solo fuese por su aspecto, su forma de vestir y por su desenvoltura en ciertos ambientes sociales.
Marta Díaz lanzó una andanada de misiles contra su antiguo partido que ríete tú de la ofensiva del Grupo Wagner en Bajmut. Aquellos que la dejaron tirada a las primeras de cambio, acusándola de un comportamiento poco ético, vieron como la consellera no adscrita en el Consell d’Eivissa, cargada de munición, sacaba sus trapos mugrientos y malolientes a relucir, para vergüenza de un partido que más parece una empresa familiar.

Puso pingando a los oligarcas socialistas Patricia Abascal, Xico Tarrés, Juanjo Ferrer, Pilar Costa, Santi Ferrer, Sofía Hernanz y Josep Marí Ribas ‘Agustinet’, entre otros. Con los ejemplos que citó, quedó en evidencia que lo suyo fue una nimiedad absoluta e irrelevante, en comparación con los mangoneos que ahora denuncia. De ser ciertos, describen a unos dirigentes políticos miserables y carentes de la mínima ética. Capaces de rasgarse los vestidos públicamente entre alaridos por la menor irregularidad, cuando ellos hacen lo mismo o peor. ¿Les suena?

Lo de ir a una cena benéfica con su pareja y cargarle la cuenta al Consell es sublime. Hay que ser muy desvergonzada para atreverse a hacer algo tan ruin. Me cuesta creer que Patricia Abascal, Xicu Tarrés y Ferrer hayan hecho algo tan indigno. Menos me cuesta creer que Pilar Costa cobrase, incumpliendo los estatutos del PSOE, de dos sitios a la vez. Pocos me parecen. Lo de Sofía Hernanz hay que creerlo a pies juntillas porque es público y notorio que no da un palo al agua y el sueldo de su marido, ahí está para vergüenza de todos. Y lo de que el líder de los socialistas ibicencos, ‘Agustinet’, persigue tener a todos los miembros de su estirpe cobrando del erario público, eso hay que darlo por descontado porque su hijo ya es diputado en el Parlament, la empresa de su mujer contratada por el Ajuntament d’Eivissa y sólo le falta colocar a la hija, pero todo se andará.

El problema es que todas las acusaciones de Marta Díaz caen en saco roto. No cabe esperar la menor reacción de la militancia en un partido putrefacto que es incapaz de ver la corrupción en la que nada el PSOE ibicenco, dirigido desde hace lustros por una casta de políticos ricos a quienes no les importa nada más que seguir amasando dinero. Si Marta Díaz se llamara, qué se yo, Alfonso Molina, pues sus irregularidades no sólo pasarían desapercibidas, sino que serían justificadas y excusadas; y aquí no ha pasado nada. Pero como se llama Marta Díaz y, le guste o no, sea por lo que sea, nunca formó parte del núcleo duro de aquella secta davidiana, pues no hay nada que hacer. Además, si los trapos sucios que ahora airea Marta Díaz, los hubiese aireado tiempo atrás, su relato ganaría mucho. Y la FSE-PSOE no sería ahora la ciénaga pestilente en que se ha convertido. Ahora es tarde y no sirve de nada, excepto para quedarse a gusto.