Si ustedes oyen hablar de Raúl Gutiérrez (Reinosa, 1979) posiblemente no sepan que detrás está uno de los cantantes y compositores más polifacéticos de este país. Con un cuarto de siglo de trayectoria, primero con La Fuga y después con La Contrabanda, 14 discos, varios libros y una novela a medio terminar, el cántabro sigue con la misma ilusión con la que empezó sintiéndose un enamorado de su profesión. Cercano y amable, aún tiene tiempo para charlar con Periódico de Ibiza y Formentera mientras prepara su concierto del sábado en el Sonorama Ribera Ibiza.

—¿Cómo afronta su concierto en Ibiza?

—Con muchas ganas porque aunque parezca increíble es la primera vez actuó allí. Y eso que me une una relación muy especial porque tuve una pareja hace más de 20 años que era de Ibiza. Tenía una casa en Isidor Macabich, enfrente del Parque de la Paz, y me pasé casi un año compaginando la isla con Cantabria.

—El concierto lo anuncian como íntimo… ¿Qué quiere decir eso?

—Pues que será algo muy distinto a lo que estamos acostumbrados. Desde la organización nos dijeron que éramos muchos los que teníamos que actuar en poco tiempo y por eso hemos planteado un concierto más cercano. De hecho solo habrá tres instrumentos y si te digo la verdad no hemos ensayado nada.

—Está celebrando 25 años en la música. ¿Qué queda de ese Raúl que salió de Reinosa?

—Pocas cosas la verdad. Hay quien dice cuando le preguntan que es el mismo pero no es verdad. Hay que ser coherente porque con el paso de los años la vida nos va cambiando. Nos pasa por encima y aunque yo no soy muy de mirar para atrás me doy cuenta que tengo tres hijos maravillosos, una pareja increíble y que he cumplido muchos sueños, tocando por todo el mundo. Y por eso tengo una gratitud eterna a la música.

—¿Se puede mantener la misma ilusión que desde el primer día?

—Por supuesto. No hay cosa que me jodería más que perder esa ilusión. Es lo que me da energía y fuerzas en mi día a día. La música es maravillosa y el día que no sienta ese gusanillo tan especial por subirme a un avión, afrontar un nuevo reto como el del Sonorama Ribera Ibiza o por recorrer América en 20 días, será cuando diga basta. Pero afortunadamente todo sigue latiendo.

—Tiene tres hijos… ¿es de los que les cuenta todo lo que ha vivido?

—De momento no. Eso creo que es más para los que se ven como un abuelo cebolleta que cuenta historias tras unos vinos y una buena comida. Yo además tengo la enorme fortuna de que mis hijos están muy ligados a mi carrera musical porque mi pareja también se dedica a este mundo. Siempre están entre bambalinas y creo que ya se las saben casi todas.

—¿Es cierto que le han salido músicos?

—Sí. El mayor de 16 años toca el piano tras estudiar en el conservatoria y en una academia y el mediano la batería y la guitarra y lo hacen muy bien. Pero bueno luego el camino de la vida les llevará por donde quieran y por las cosas que les hagan felices.

—Una de sus canciones más conocidas es Heridas de rock and roll. ¿Acumula muchas heridas a lo largo de todos estos años?

—La vida acaricia y araña al mismo tiempo. Esa canción es una declaración de amor a un oficio que, para mí, es el más maravilloso del mundo, porque habla de esa cara b que hay detrás y que no se ve. Porque aunque mucha gente crea que para los cantantes y los grupos todo es color de rosa normalmente no es oro todo lo que reluce. Eso sí, dedicarse a la música es fascinante.

—Con todas las canciones que ha compuesto, ¿es más fácil escribir de desamor o de amor?

—Ambas cosas están muy unidas. Porque aunque nos guste o no el amor siempre tiende a caducar aunque no queramos darnos cuenta o asimilarlo.

—¿De eso habla en su canción The End?

—Sí. Es una canción utópica y así la anuncio en los conciertos. Es una pena pero intenta contar como intentamos aferrarnos a algo que realmente ya no tiene sentido cuando lo mejor es cortar antes de que todo vaya a peor. Lo malo es que en la mayoría de las ocasiones no sabemos, no queremos o no podemos hacerlo.

—Y usted con qué se queda, ¿las de amor o las de desamor?

—Depende pero como soy muy mitómano par mí no hay nadie que haya cantado mejor al desamor que Enrique Urquijo con Los Secretos. Esa pérdida contada de forma tan poética no hay nadie que lo pueda igualar. Además, a mí, cuando estaba de bajón, escuchar una de sus canciones me hacía sentirme mejor.

—Ahora está preparando su nuevo disco tras 14 ya grabados. En los tiempos que corren, cuando todo se mide en descargas, listas de reproducción o singles programados cada mes… ¿sacar disco físico es de valientes, locos o románticos?

—Un poco de todo. Si que es cierto que es ir a contracorriente viendo lo que se lleva ahora, Pero también es un reflejo de coherencia viendo mi trayectoria. Si ahora cambiara me estaría traicionando a mí y a todos los que nos siguen. Respeto profundamente la forma de consumir música actualmente y entiendo que a nuestros jóvenes les choque tener un disco físico pero yo he mamado otras cosas y quiero seguir haciéndolo así muchos años más.

—También está terminando su primera novela, ha escrito varios libros y no para de dar conciertos. ¿De donde saca el tiempo?

—De donde puedo realmente y de hecho es la primera vez que estoy componiendo un disco en dos tandas para que salga en octubre del año que viene. Hace un tiempo compuse 14 canciones de las que me quedé con cinco que grabé con Paco Salazar y ahora estoy terminando el resto que grabaré en Bahamas con Craig Ross, el productor de, entre otros, Lenny Kravitz.

—¿Bahamas? ¿Qué chulo no?

—Sí, impresionante. Estoy muy ilusionado porque la vida está para cumplir sueños y esto es un nuevo estímulo. Es lo que hablábamos de la ilusión por hacer cosas nuevas en este maravilloso mundo.

—Con tantas canciones escritas, ¿de donde saca ya la inspiración?

—De la vida misma. De mi día a día. Siempre hay algo sobre lo que escribir y que contar. Lo cierto es que cuando me siento al piano o la guitarra casi nunca sé muy bien sobre lo que voy a escribir dejando que todo fluya. Hay días en que me voy de vacío pero otros que son maravillosos porque tengo la suerte de que mi patata sigue latiendo con ganas. De hecho no hay nada que me inspire más que la vida con sus caricias y sus arañazos.

—¿Y de su tierra? Hay quien dice que usted es más de Cantabria que Revilla…

—(Risas) Se intenta. Tengo la fortuna de haber nacido en un lugar increíble con muchas cosas buenas que transmitir al mundo.

—¿Es consciente que mucha gente ha conocido Reinosa gracias a sus canciones?

—Si esto es así me encantaría y me haría muy feliz. Es un pueblo maravilloso al que estoy tremendamente agradecido por muchas cosas, entre ellas el darme la Medalla de Plata de la ciudad. Fue increíble. Se la regalé a mi abuelo y fue la única vez que le vi llorar.

—Y ya la última, ¿el Racing se salva o no?

—Ojalá. El otro día estuve en el campo y fue una pena porque no jugamos mal y tuvimos mala suerte. Ahora lo importante es permanecer en segunda, que se consolide el proyecto y que poco a poco pensemos en volver a primera división que es el lugar que realmente le corresponde a un club histórico como el Racing.