El fundador del imperio Pacha, en su despacho de la avenida 8 d’Agost de Eivissa

Con el estreno de Destino Pacha Ibiza Resort el grupo Pacha protagoniza este año una de las aventuras empresariales más ambiciosas y de mayor calado de la temporada. Su propietario, Ricardo Urgell (Barcelona, 1937), cree que la marca creada hace ya casi medio siglo tiene aún mucho que desarrollar y no le faltan apoyos para seguir impulsando proyectos de calado, tanto en la expansión constante de las discotecas (acaba de abrir en Sydney y Dubai y suman 80 franquicias en todo el mundo a lo largo de su historia) como en el ámbito hotelero. Su apuesta por la isla no quita que también sea muy crítico con la evolución que vive la isla, en peligro de saturación y caos. Tan crítico, que tiene que morderse la lengua y no decir todo lo que piensa, y no sólo por él, sino por la propia isla. Cree que la dirección que ha tomado Eivissa, sin embargo, aún puede ser rectificada.

—El ‘resort’ ya está estrenado. ¿Cómo está resultando la experiencia?

—He sido discotequero toda la vida, desde hace 46 años. Cuando empecé no eran ni discotecas, se llamaban boites o salas de fiesta. Ahora nos estamos yendo un poco hacia la hostelería, hoteles. Tenemos El Hotel, y hacía años que queríamos otro y hemos estrenado Destino, que no es nuestro porque no lo hemos comprado sino que lo tenemos alquilado por 30 años. La gracia que tiene el hotel es el lugar en el que está. Podíamos haber comprado, eso sí, el Playa Real, pero había que comprarlo y rehacerlo porque no nos servía como está. El Destino sí, lo hemos renovado más o menos bien, tiene una calidad, porque no hemos querido hacer un hotel vulgar sino mantener la identidad de Pacha.

—¿Y cuál cree que es esa identidad?

—Salir de la vulgaridad, que haya alternativas para otro público que no sea siempre lo mismo, el chundachunda habitual. Tenemos un local, el Lío, que tiene mucha gracia, un semicabaret, y también ahora el Destino, donde queremos hacer nuestras fiestecitas, no queremos hacer otro otro sitio vulgar, sino con selectividad.

—¿Siendo fundamentalmente una empresa enfocada a las discotecas, les ha sido difícil afrontar un proyecto como éste?

—Cuando me preguntaban, en general, «¿qué oficio tiene?» yo siempre dije «hostelero», que abarca todo, en general. Me daba cosa decir discotequero. Ahora tenemos en proyecto hacer muchos hoteles con fiesta. No con fiesta vulgar, sino con fiesta a una medida. La gente cuando se va de vacaciones o de viaje prefiere ir a un hotel divertido que a un hotel aburrido. Es traducir la cadena del grupo Pacha en hoteles. Estamos a punto de hacer uno en Río de Janeiro, en Brasil, también en Dubai. El nombre no está aún configurado, pero lo más seguro que se llamen hoteles Pacha, como El Hotel. Había un periodista muy borde que me preguntó por qué le habíamos puesto El Hotel. Había uno muy bonito en París, en Saint Germain, que se llamaba El Hotel y a mí me gustaba mucho y fui muchas veces. A mí me gusta El Hotel, a mi hijo Destino y está la marca Pacha para hacer la cadena de hoteles, que ya no la haré yo, que la harán ellos [sus hijos] porque yo ya estoy pensando en apartarme un poco de esto.

—¿Y cómo está yendo?

—Muy bien. El hotel está lleno. Tengo que decir que no me gusta el hecho de que Eivissa sea una república independiente de municipios y donde cada uno hace lo que le da la gana. Hay un Consell y debería haber una única normativa para todos, para que nadie saque ventaja.

—¿Lo dice por algo?

—Tenemos 824 empleados. Lo pregunté el otro día. Con el nuevo hotel, claro. Somos unos generadores de empleo y durante el invierno hemos hecho obras y dado mucho trabajo con el hotel, aunque todo han sido problemas y denuncias y dificultades. Todo ha sucedido justo en el momento mas inoportuno, con el país se encuentra en medio de una gran crisis.