El presidente de la Nación de Argentina, Javier Milei (i), durante la presentación de su libro ‘El camino del libertario’, en La Razón, a 17 de mayo de 2024, en Madrid (España). ‘El camino del libertario’ es una síntesis de su vida y obra, que permite conocer su pensamiento político y las fuentes de su ideología. | Ricardo Rubio

Resulta chocante que no se reciba al presidente de una nación hermana como es Argentina. ¿Que está de visita para apoyar a Santiago Abascal? Bueno, y qué. Lo cortés no quita lo Moctezuma. A Gadafi todos los le hacían la ola mientras montaba su jaima en los jardines del Ritz; luego lo traicionaron, pero esa es otra historia de la mostrenca geopolítica internacional. Al siniestro Petro también se le rindieron honores porque representaba a otra nación hermana como es Colombia.

Los groseros desprecios del sanchismo a Milei tan solo demuestran que su «puto amo», el marido de Begoña, es claro aspirante al kirchnerismo (las semejanzas en su proceder son ya de plagio en el ámbito lacrimógeno populista). Aunque hable de cohetes, el insomne monclovita no es más que un petardo inflando la deuda.

Los lazos entre Argentina y España van mucho más allá de la estúpida polarización que predica Sánchez, el del muro y los bulos. Ya durante la dura posguerra de nuestra fratricida guerra incivil, la entonces riquísima Argentina ayudó a España generosamente, mandando toneladas de trigo y su estupenda carne.

En medio de la ruina no había nada que dar a cambio, pero entonces el diplomático José María de Areilza cayó en la cuenta de que, por gajes de la historia, los restos paternos del general libertador San Martín estaban enterrados en España. Se montó solemne ceremonia con la repatriación transoceánica y el serio embajador alemán, por supuesto, decía no comprender nada. Con coña fresca y marinera el genial Agustín de Foxá le explicó: «Muy sencillo: ellos nos envían la carne y nosotros les devolvemos los huesos».

Historia mágica de las diversas Españas a cada lado del Atlántico.