Leo este titular y me quedo ojiplático. Ten Hag: ¡464 millones de euros a la basura! Luego indago un poco más en la noticia publicada por un conocido medio de comunicación deportivo en Internet y mientras averiguo que todo tiene que ver con un entrenador de fútbol, holandés para más señas, y un equipo inglés, el Manchester United, mi indignación y asombro crecen a partes iguales pensando en todo lo que se podría haber hecho con todo ese dinero si no se hubiera destinado a traspasos y sueldos de deportistas.
Sin embargo, para mayor enojo, al navegar por la red descubro que no son los llamados Diablos Rojos los únicos que despilfarran millones de euros sin control ni pudor alguno. El entrenador del Chelsea de Londres, el argentino Mauricio Pochettino ha pedido más refuerzos después de que el presidente del club, el empresario norteamericano Todd Boehly se gastara en sus primeros 15 meses en el cargo unos 1.000 millones de euros en el mercado de fichajes, incluyendo la friolera de 133 y 121 millones de euros en la compra de dos únicos jugadores. Una locura, que solo se puede definir como lo que es, un sin sentido indefendible incluso para los que les gusta mucho el que algunos califican como el deporte rey.
Sé que tal vez haya escrito ya en demasiadas ocasiones sobre este tema y de lo que me disgusta el fútbol moderno en comparación con el de antaño, pero en esta ocasión mi reflexión va más allá del deporte. Tiene que ver con la sociedad en la que vivimos en la que la sensación es que importa más invertir estas desorbitadas cantidades en señores en calzoncillos corriendo detrás de un balón, que invertirlas en otras cosas realmente urgentes. Porque sí, porque me duele y me enfada que todo eso no se invierta por ejemplo, en la búsqueda de fármacos contra enfermedades o patologías, en la investigación para cuidar mucho mejor nuestro medio ambiente, nuestra fauna, nuestros mares o nuestros bosques o en llenar los almacenes de comida para que nadie se pueda quedar sin cenar estas navidades o de juguetes para que todos los niños del mundo sigan creyendo en la magia de Papa Noel o de los Reyes Magos. En fin, que se invierta en algo que se llama esperanza y utopía y que tal vez nos ayude a ser mejores en nuestro día a día.
Pero claro, luego vendrán los gurús y los entendidos en la materia y me dirán que si se paga todo eso es porque se generan beneficios, o porque son empresas privadas y que pueden hacer con su dinero lo que consideren oportuno. Por supuesto, ninguna objeción al respecto. No digo que sea ilegal lo que hacen pero si, bajo mi punto de vista, amoral y es que realmente me quedo sin ningún argumento para poder defenderlo. Y es que cuando me intentan explicar que todo es oferta y demanda y que todo eso se genera entre la sociedad en el día a día, mientras asiento con la cabeza también me duele el pensar que lo que se genera o no en esta sociedad y lo que es oferta y demanda está en manos de unos pocos que son los que nos manejan con sus hilos creando los verdaderos estados de opinión. ¿O no se han parado a pensar que cuanto más se habla de Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, el fichaje de Manolito o de Futanito o el fuera de juego y el penalti que no se pitó menos se hablará del problema del Gobierno, de los 23 ministerios, de la ley de amnistía, de las salvajes declaraciones de VOX, de las guerras internas de Podemos o del lío que tienen montado en el Partido Popular? Futbol como método para desviar la atención. Fútbol y fichajes como verdadero opio del pueblo…
Y es en este sentido cuando yo me planteo por qué no somos capaces de darle la vuelta a la tortilla. Por qué no somos capaces de generar estados de opinión para que en lugar del fútbol, la liga, los goles o la selección española todo pase a girar sobre la sanidad, la educación, la cultura, los derechos humanos, las mujeres que mueren a manos de sus maridos, la violencia en las calles, la gente que no tiene hogar, los pueblos que se vacían, o los niños que pierden su infancia buscando un pedazo de pan. Porque no somos capaces de dar el paso para que en lugar de que todos llevemos camisetas con los jugadores que cobran un pastizal y suelen vivir al margen de la realidad, vistamos otras a favor de médicos, profesores, voluntarios o colaboradores de ongs que se juegan la vida en la otra parte del mundo o al lado de nuestra casa para mejorar algo nuestra sociedad. Por qué en lugar de comprarnos las botas último modelo a precios desorbitados porque las lleva uno u otro deportista no destinamos ese importe a ayudar a quien más lo necesita. Porque llámenme loco, pero estoy seguro que si todos damos el paso y cambiamos el chip conseguiremos que todos esos héroes anónimos se vuelvan relevantes y entonces, tal vez, solo tal vez, esos 1000 millones que ha invertido el Chelsea o los 464 del Manchester United no se habrán ido a la basura y sí a algo realmente importante.
PD. Les aseguro que no me he fumado nada al escribir este artículo ni me he bebido 10 cervezas, es que solo de vez en cuando me gusta soñar despierto con que otro mundo es posible.