Llorenç Córdoba, imagen de archivo

La sorprendente crisis política en Formentera compromete la gobernabilidad de su máxima institución y fuerza a sus protagonistas a buscar soluciones creativas. El presidente Llorenç Córdoba ha perdido la confianza de sus consellers tras tensar demasiado la cuerda con Prohens y amenazar con retirarle su «apoyo incondicional», un movimiento inesperado que podría acabar con su cargo tras escasos seis meses en él. Córdoba se siente legitimado para seguir tras arrebatar el gobierno del Consell de Formentera a la izquierda por primera vez en la historia. Sus exsocios de Sa Unió le acusan de haber pedido sobresueldos, algo que el presidente ha matizado diciendo que eran para compensar los gastos de trasladarse a Palma, dado que al ser independiente no percibe la asignación que sí reciben los partidos en función de su representación parlamentaria. La verdad parece algo difuminada detrás de ataques cruzados, pero podría ver la luz en los próximos días si Córdoba no renuncia a sus cargos.
Las salidas son escasas: dimisión, moción de censura con la izquierda o una opción arriesgada que gana fuerza en las últimas horas: un gobierno de Córdoba con Gent per Formentera y PSOE. En cualquier caso, la situación es surrealista y no parece que nadie pueda salir indemne de ella. La derecha podría perder sus opciones de volver a ganar unas elecciones en Formentera durante lustros, la imagen del todavía presidente está en entredicho, mientras que la pelota está en el tejado de una izquierda que se divide entre volver al poder o forzar que el Consejo de Ministros tome las riendas y convoque nuevas elecciones a tenor de la ingobernabilidad de la institución.
La paz prenavideña se ha visto perturbada por la Pitusa menor que podría seguir dando portadas los próximos días.