Está claro que los 110 puntos del acuerdo entre PP y VOX, que aupó a un ultraderechista a la presidencia del Parlament Balear y a Marga Prohens a la presidencia de nuestra Comunidad Autónoma, no fueron suficientes. Y no cabe duda que debieron quedarse cortos en puntos, ya que esta misma semana hemos podido asistir al primer desacuerdo grave entre las dos formaciones firmantes del acuerdo.
El flamante nuevo «gobierno en solitario», del que tan orgullosa se mostraba en sus inicios su Presidenta, habrá podido darse cuenta de que más que solitario, puede llegar a estar «abandonado» y verse sin capacidad de reacción inmediata. En un evidente acto de triste escenificación de supremacía política, se vio abocado a una ejemplarizante derrota parlamentaría, en un punto del orden del día mediante el cual debía darse comienzo al trámite parlamentario de los presupuestos para 2024.
El punto en cuestión era la aprobación de lo que debería ser el techo de gasto del presupuesto de nuestra Comunidad Autónoma para el próximo año. Pero el pleno del pasado martes, resultó ser una trampa dolorosa para el Govern y por ende para el PP. En su orden del día y en un punto previo al del techo de gasto, figuraba el debate de una proposición no de ley para poder elegir lengua en los centros educativos de nuestras islas, presentada por Vox.
En los días previos al del debate, había tenido lugar una clarísima y alarmante muestra de falta de diligencia parlamentaria por parte del grupo popular, ya que presentaron las enmiendas al texto propuesto por la ultraderecha, fuera del plazo estipulado. Consecuencia directa de ello, fue que en el pleno en cuestión no pudieron debatirse, ni votarse las enmiendas del PP, por lo que el texto que acabó votándose fue el presentado originalmente por Vox. La decisión que tomó el grupo popular, fue la de no votar a favor de la propuesta y abstenerse; provocando con ello el evidente y previsible enfado de los diputados de la ultraderecha, ya que su proposición no salió adelante.
A partir de ese momento se instalo la tensión y el nerviosismo en los grupos de la derecha y la ultraderecha. La tensión llegó a tal punto, que el Presidente de la Cámara, de Vox, decidió suspender temporalmente la sesión, para dar tiempo a los diputados de su grupo a que decidieran cual iba a ser su reacción ante el desplante de los populares. La consecuencia no se hizo esperar y llegado el momento, Vox acabó votando en contra de la aprobación del techo de gasto, ante la incredulidad del Conseller de Hisenda y del resto de diputados del PP, incluida la Presidenta.
La ineptitud de los responsables de registrar las enmiendas en el grupo popular y la prepotencia del gobierno de Prohens, reconocida a posteriori por el propio Conseller, quien acabó confesando que no había negociado nada de ese techo de gasto con sus socios de la ultraderecha, acabó provocando una situación desconocida hasta la fecha, el rechazo de un techo de gasto propuesto por el Govern de turno y presentado a votación en el Parlament.
Con todo ello, acaba haciéndose realidad lo que ya anticipé en el momento de la investidura de Prohens, gracias al extenso documento de acuerdos alcanzado con Vox. Por más que la Presidenta se vanagloriara en todas partes de estar al frente de un Govern del PP en solitario, la realidad era entonces, es ahora mismo y será el resto de legislatura, que cualquier decisión que pretenda tomar la derecha en el gobierno, deberá pasar el filtro y aprobación de quienes tienen la última palabra, la ultraderecha de las islas.
Este gobierno del PP en solitario, acaba de toparse de bruces con la realidad que en ningún momento han querido reconocer y que les ha colocado en el sitio que realmente ocupan. En realidad no son un gobierno en solitario, son un gobierno «en minoría» y tener que reconocer algo así, seguro que les duele; del mismo modo que debió dolerles verse solos y en minoría en el pleno del Parlament.
Después del desaguisado del pasado martes, ya se han apresurado el Govern y su socio, a anunciar que están negociando la proposición presentada por Vox y que fue rechazada por el PP. Les puedo asegurar que ello puede resultar de todo, menos tranquilizador. El Partido Popular acabará aceptando la propuesta de segregación escolar en base a la elección de lengua en nuestras islas. Lo más triste de todo ello, es que el PP actual acata las tesis extremistas de la ultraderecha sin el menor rubor; prueba de ello es que no tiene ningún problema en romper el consenso alcanzado en la Ley de Normalización Lingüística, aprobada por unanimidad y vigente desde 1986.
Sin duda, el PP podrá aprobar su techo de gasto, pero quedará claro que quien realmente gobierna en solitario, no son ellos, es la ultraderecha, ya que es Vox quien finalmente decide. Triste y preocupante esta deriva.