España está abocada a unas cuartas elecciones generales en poco más de cuatro años si finalmente Pedro Sánchez no resulta investido en la semana del 22 de julio y cumple su amenaza de convocar nuevos comicios sin esperar a una segunda vuelta. Las negativas de Ciudadanos a pactar con los socialistas y la de éstos a formar un gobierno de coalición con Podemos serán las causas del fracaso. Ante esta incapacidad de entendimiento hay que preguntarse cómo pueden los políticos dar soluciones a temas tan trascendentes como la cuestión catalana. O a los agravios del modelo territorial, que son tan próximos a Balears. Por no hablar de la adecuación de la Constitución de 1978 a los tiempos actuales porque siguen vigentes artículos hoy en día tan disparatados como la preeminencia del hombre sobre la mujer en la Sucesión.

Una imagen penosa.
Está claro que esta clase política no ha digerido el fin del bipartidismo, cuando PP y PSOE eran capaces de alcanzar acuerdos para los grandes temas de Estado. La irrupción de Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox ha puesto de relieve la disfuncionalidad del sistema o el escaso talante democrático de los partidos políticos. Sea lo que sea, la imagen que se traslada a la ciudadanía es penosa.

El partido antes que el Gobierno.
La encuesta que publicó ayer el CIS habla de esta realidad. Es cierto que la opción preferida por los ciudadanos sería un gobierno en solitario del PSOE, pero una parte muy significativa aceptaría también una coalición con Unidas Podemos. Hay otro dato interesante: dos de cada tres votantes de Ciudadanos apoyarían un ejecutivo del PSOE, algo que descarta por completo su opción política. La cabezonería de Sánchez de no pactar con Podemos, y la de Rivera de no apoyar a los socialistas, revela que la mayor preocupación de estos dirigentes es su estrategia partidista, y no formar un gobierno que intente solucionar los grandes problemas de España.