En política las formas son muy importantes, y más en periodo electoral, donde los políticos deberían ser muy escrupulosos a la hora de adoptar determinadas decisiones. Las formas han fallado en el Consell d’Eivissa, que a falta de diez días para las elecciones se ha decidido a aprobar de forma definitiva, y en pleno extraordinario, la modificación del Plan Territorial Insular (PTI) donde se incorporan las medidas urbanísticas de la norma territorial cautelar. Entre los cambios más importantes, se prohíbe construir en zonas forestales y se impide el uso de vivienda en todas aquellas parcelas segregadas.

Sin consenso.
La consellera insular de Territorio, Pepa Marí, considera que la aprobación es histórica y asegura que se ha producido una revisión consensuada de la modificación. Sorprende la nula autocrítica de Marí, que ha sido incapaz de consensuar estos cambios e incluso, y tampoco se puede olvidar, se minimizaron todas las alegaciones que se presentaron. Las llegaron a tildar de «fotocopias». El nuevo PTI es fruto del pacto de gobierno entre PSOE y Podemos, es lícito, tienen capacidad política para hacerlo, pero decir que es fruto del consenso es faltar a la verdad. Afortunadamente Marí no ha tenido reparos en reconocer que se trataba de una modificación ideológica. En eso sí tiene toda la razón.

En campaña electoral.
Seguramente el pleno del Consell de ayer se puede considerar un acto más de la campaña electoral a tenor de la euforia demostrada por los representantes del PSOE y Podemos. Y tienen motivos para estar satisfechos, porque han sacado adelante su prometida modificación, pero no ha habido ni la más mínima voluntad de pactar nada, ni con la oposición ni con los posibles afectados por la nueva norma. Para que una normativa de estas características tenga garantías de aplicarse durante años debe ser fruto del consenso, y eso no se ha conseguido y es más, ni se ha intentado. Pero que, además, se haya aprobado en plena campaña electoral no tiene justificación alguna.