Este periódico publicaba ayer un reportaje sobre la situación del transporte público por carretera. El título era muy claro: «Ibizabus: el más caro y precario». Entre algunos problemas, el sistema tarifario no es el mismo para las compañías que operan en la isla, en algunos casos el trayecto llega a los cuatro euros y las frecuencias, en ocasiones, no cubren las necesidades de los usuarios. La red de transporte por carretera invita, precisamente, a usar el vehículo privado ya que económicamente no sale a cuenta. Tampoco los bonos son una panacea para el usuario ya que te obligan a consumirlos en un mes. Pasado ese tiempo, caducan.

Ventajas. El transporte público debe ser atractivo para que sea utilizado. Si a una persona que tiene que moverse por la isla le ofreces precios competitivos, horarios flexibles y buenos vehículos, es más que probable que prefiera ir en bus de un punto a otro que utilizar su propio coche particular. De hecho, ni tendrá coche porque el bus público cubrirá sus necesidades. Pero desgraciadamente esta no es la situación en Eivissa. Hay autobuses que circulan por la isla con más de 20 años de antigüedad, y no hablemos de los precios. Cubrir los cinco kilómetros que separan el aeropuerto con Vila por 3,5 euros es un exceso. Y lo mismo ocurre con es Botafoc, con precios muy por encima de lo razonable.

Competitivos. Por lo tanto, el transporte público tiene que ser competitivo o no invita a ser usado. Está muy bien el discurso a favor del uso del transporte público, pero las instituciones, que tienen los instrumentos para regularlo, deben hacer un esfuerzo para, simplemente, copiar los servicios que hay en otros lugares, donde la oferta es tan amplia, variada y moderna que usar el vehículo privado puede resultar hasta un atraso. Es evidente que queda mucho por hacer. Ahora que el Consell tiene un coordinador de movilidad dispone de una oportunidad única para avanzar en esta materia. Y crear un estudio amplio que analice todas las variantes. Mientras no sea así, seguiremos siendo una isla con una red de transporte público de segunda.