En su discurso de proclamación, el nuevo secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), Josep Maria Álvarez, planteaba el resultado del congreso como un punto y aparte en la trayectoria de la organización sindical de inspiración socialista. Efectivamente. Álvarez sustituye en la dirección de la UGT a Cándido Méndez después de 22 años en el cargo y en un momento delicado, tanto por la situación en la que se encuentra el movimiento sindical en España como la crisis interna derivada de los diferentes escándalos en los que se ha visto implicada. Buena prueba de ello es el ajustadísimo resultado final, que ha apeado a Miguel Angel Cilleros -candidato apoyado por Méndez- por un puñado de votos; apenas un 3 por ciento ha separado a Álvarez y Cilleros en el recuento.

Sindicato dividido. El primer dato objetivo que arroja el congreso es la clara división que afecta a la estructura actual de la UGT, como admitió la propia delegación balear que acudió a la convención que tuvo lugar en Madrid, un condicionante que sitúa a Josep Maria Álvarez contra el aparato heredado de Cándido Méndez y que ha crecido durante las más de dos décadas de su mandato. Además, la UGT se encuentra involucrada en algunos episodios directamente relacionados con la corrupción, los más llamativos son los ERE en Andalucía y el desvío de los fondos destinados a la formación en numerosas comunidades, que han deteriorado la imagen del sindicato. La labor interna que le queda por delante al equipo de Álvarez no es sencilla.

Proyección política. La nueva orientación que quiere imprimir Josep Maria Álvarez a la UGT va más allá del ámbito estrictamente sindical, también da la impresión que quiere recuperar la dimensión política del colectivo que representa. Procedente de Catalunya, el nuevo secretario general defiende el derecho a decidir su futuro en esta comunidad autónoma y en sus primeras declaraciones fija una posición reivindicativa de los derechos laborales y de apoyo a una mayoría de izquierdas para el futuro Gobierno. No cabe duda de que, efectivamente, la UGT ha iniciado una nueva etapa.