Con el inicio de la temporada de verano se han reavivado las críticas por el alto precio de los alquileres en Eivissa. En la edición del viernes informábamos del caso de un apartamento de una habitación, en el Passeig Marítim de Vila, que se alquila por 3.000 euros mensuales, gastos aparte. Es un ejemplo, pero hay muchos más. Los precios son escandalosamente caros, inasumibles para bolsillos de trabajadores, y los propietarios utilizan la usura inmobiliaria, si es que se puede utilizar este término, para ganar en verano el doble o el triple de lo que ingresarían si el mismo piso se alquilase todo el año.

Más controles. Es cierto que los propietarios pueden alquilar un piso por el dinero que quieran. Si hay demanda, la oferta es libre, aunque lamentablemente no nos guste que un trabajador, por el mero hecho de venir a Eivissa, tenga que destinar prácticamente todo su sueldo para tener cobijo. Sin embargo, la administración debería crear una serie de mecanismos para evitar estos abusos. Por ejemplo, ¿está regulado el alquiler de una casa por habitaciones? ¿existe algún código por el cual los propietarios tengan que disponer de una serie de servicios por alquilar una simple habitación a un trabajador? Nos tememos que no hay ningún tipo de control al respecto.

La ley lo permite. En el debate sobre los pisos turísticos se planteó que la Ley de Arrendamientos Urbanos permite a un propietario alquilar su vivienda por un día. Mientras no dé ningún servicio turístico (comida, transporte, limpieza, etcétera) es plenamente legal alquilar un apartamento por un solo día. No obstante, podría modificarse esta ley para poner ciertas condiciones, limitar precios de la misma manera que se regulan las obligaciones de los propietarios y los deberes de los inquilinos. El problema está ahí y las administraciones tienen que buscar soluciones. No pueden decir que la solución es que el mercado se regule por sí solo. Los mercados se regulan muchas veces sin la intervención de la clase política, y casi siempre es aconsejable que así sea, pero el problema de la vivienda en Eivissa ya ha adquirido un cariz que necesita alguna solución. Si esperamos que lo regule el mercado, llegaremos muy tarde.