El ex presidente del Consell d’Eivissa Xico Tarrés ha sido imputado por un supuesto delito de alzamiento de bienes de su etapa política en la institución insular. El caso ha sido reabierto por la Audiencia Provincial y Tarrés será llamado a declarar en junio, poco después de las elecciones. Por supuesto, hay que respetar la presunción de inocencia y Tarrés es inocente hasta que se muestre lo contrario. Sin embargo, el caso de Tarrés sirve para analizar el extraño código ético de los socialistas, que piden responsabilidades al PP pero agachan la cabeza cuando el asunto judicial afecta a alguno de sus dirigentes.

Piden la dimisión. El PSOE balear ha llegado a convocar ruedas de prensa recientemente para pedir dimisiones de dirigentes populares afectados por imputaciones por querellas que han sido retiradas. Nos referimos al caso de José Manuel Ruiz, candidato del PP en Calvià y ex director general de IB3. Un tema menor, con una querella retirada, sirvió para que el secretario de política autonómica y el candidato socialista de Calvià saliesen en rueda de prensa a pedir responsabilidades políticas. El caso de Ruiz es solo un ejemplo, pero ojo cuando los temas judiciales afectan a dirigentes socialistas. Hay que respetar la presunción de inocencia y ya se encargan los resortes mediáticos próximos al PSOE para descafeinar los casos judiciales. Ha sido algo habitual en estos años.

El ejemplo de Andalucía. Insistimos en que el caso de Tarrés es un asunto que parece poco relevante desde el punto judicial y su recorrido puede ser corto. Sin embargo, tenemos el ejemplo de Andalucía. La imputación de Chaves y Griñán, que tanto los socialistas como sus medios afines intentaron descafeinar, no ha servido para que se tomen medidas contra los dos ex presidentes andaluces. Es decir, el PSOE pide responsabilidades políticas a cualquier dirigente popular por menor que sea la imputación (como puede ser el caso de Tarrés, por otra parte, aunque ya veremos cómo evoluciona) pero calla, ampara y protege cuando los casos afectan a sus dirigentes. Estas dos varas de medir lo único que consiguen es incrementar el desprestigio que tienen los políticos.