Durante las últimas semanas estamos viviendo episodios judiciales que pueden tener graves consecuencias políticas. En la edición de ayer informábamos de que un juzgado de Eivissa ha solicitado al Govern toda la documentación sobre el emisario de Talamanca a raíz de una denuncia de un particular contra la alcaldesa de Vila, Virginia Marí. Nadie puede prever las consecuencias de esta querella, pero si es admitida a trámite la alcaldesa deberá acudir como imputada a declarar. Teóricamente la imputación es una garantía procesal, pero en la práctica la apartaría de la candidatura municipal y crearía un grave problema al PP.

No es responsable. Ni los propios contrincantes políticos de Virginia Marí se atreverían a responsabilizar a la alcaldesa de los problemas medio ambientales que genera el emisario, una competencia estatal y autonómica, si bien los problemas los padece Vila. Por lo tanto, parece evidente que detrás de esta querella, teóricamente inocente y que nace de un abogado, puede haber una intencionalidad política. Sería realmente injusto que Virginia Marí no pudiese aspirar a la Alcaldía de Vila por una imputación con poco recorrido judicial.

Gutiérrez, también. La alcaldesa de Sant Antoni, Pepita Gutiérrez, se encuentra en una situación similar a la de Virginia Marí. Una querella por parte de una empresa ha supuesto su imputación (en este caso ratificada por el juez) y previsiblemente será un duro revés para la dirigente del PP que aspira a ocupar un puesto en la candidatura autonómica. La propia Gutiérrez, en una entrevista que publicamos hoy, reconoce que resulta sospechoso que se presenten querellas a pocos meses de las elecciones. La Justicia debe aclarar todas las dudas que generen la gestión política, pero debe tener claro que cualquier decisión puede truncar una carrera política. Antes de imputar a un dirigente político deberían valorarse muy bien las consecuencias porque, de lo contrario, llegará el día en que la acttividad política estará en manos de la Justicia. La actual situación, sin duda, chirría demasiado y le hace un flaco favor a la democracia y a la política.