Residir en la Gran Manzana constituye una ensoñación idealizada para un considerable número de individuos. Los rascacielos imponentes, los teatros refulgentes, el encanto y la algarabía... en resumidas cuentas, el modo de vida estadounidense. Muchos anhelan este estilo de vida hasta que se hallan en sus dominios, donde experimentan de manera palpable la vivencia de ser forastero en una urbe tan indómita, dispendiosa y peculiar. Se ven confrontados con un auténtico choque cultural que abarca desde las tradiciones hasta los enseres domésticos.

En su perfil de TikTok, la usuaria @keltsearroyo ha compartido cinco particularidades peculiares de su vivienda en Nueva York que le desconciertan o le resultan molestas. En primer lugar, menciona la puerta, en la cual se advierten múltiples cerrojos y una mirilla de proporciones "colosales", según sus palabras. "Es gigantesca en ambos sentidos. Un día, un vecino me comentó que podía verme desde el salón. Desde afuera, se divisa todo".

En segundo lugar, Keltse expone que la calefacción es de tipo central, lo que significa que no tiene capacidad para regularla o desactivarla. "He pasado todo el invierno con las ventanas abiertas y aún así siento que estoy a 31 grados", comenta. La joven lo describe como un "infierno" y también se queja del estruendo que produce el dispositivo.

Siguiendo la misma línea y manteniendo el tono humorístico, la joven menciona la escalera de incendios, un elemento muy característico de Nueva York. "Muy estética, pero cualquier persona puede ascender por ella y acceder a mi domicilio. Desde abajo resulta más complicado, pero desde arriba, pan comido", añade.

Sin desplazarse de su lugar, Keltse se queja del horno, que fue instalado nuevo al mudarse al apartamento y aún así, según ella, "carece de sentido". "¿Por qué instalan un horno nuevo si no posee una ventana y no puedo ver lo que estoy cocinando?". Además, el horno solo emite calor desde la parte inferior, lo que implica que, por ejemplo, al hornear pizzas, estas solo se doran por debajo.

Por último, la española revela su "favorito": el timbre. Consta de tres botones: "escuchar", "hablar" y "abrir". No es factible utilizarlos simultáneamente, lo que complica enormemente la comunicación entre los interlocutores. Y para colmo, el botón de abrir la puerta tampoco funciona, por lo que la joven debe bajar cada vez que alguien desea entregarle un paquete o visitarla.