Ayer por la tarde, Pep derrochaba más vitalidad de la normal. A sus 82 años, el dueño de Can Pep de Sa Plana no daba a basto y no parada de ir de un sitio para otro. Ahora vigilando el caballo que daba vueltas en la paramola de piedra, ahora vigilando el fuego de la chimenea, ahora ofreciendo vi pagès a todo el mundo, o teniendo unos minutos para explicar amablemente a este periódico el funcionamiento del trull, que un año más se convirtió en el epicentro de la Festa de s’Oli de Forada que organiza sa Colla de Buscastell y que en esta edición contó con la participación de la colla Es Pastorells de Formentera.

Esta celebración se ha convertido en uno de los eventos más esperados del otoño en Ibiza por muchos más motivos que dar el pistoletazo de salida a sus fiestas patronales. Algo que volvió a quedar demostrado un año más con la presencia de centenares de vecinos y curiosos que acudieron para conocer o recordar cómo se producía aceite siguiendo los métodos tradicionales ibicencos.

No en vano, la casa que Pep compró en ruinas en 1978 y que tardó cinco años más en rehabilitar siguiendo los estándares de una vivienda tradicional payesa sigue manteniendo un trull con todos sus elementos tradicionales. Está dotada de una gran jácena de pino verde de unos 8 o 9 metros, donde se puede leer el año de la última reforma, 1892, y que según se dice «se trajo a peso» desde el torrente de Can Rich, a unos kilómetros de la vivienda. Además puede presumir de tener una piedra para soportar el gran tornillo de madera que según Pep ‘Negre’, antiguo y recordado sacerdote de Sant Rafel, parece datar de la época romana. «Cuando lo restauramos algunos maestros de la zona nos dijeron que estábamos locos porque jamás haríamos aceite y no despertaría el interés de los vecinos, pero yo jamás les hice caso porque estaba empeñado en que algo tan arraigado a las tradiciones de Ibiza no se podía perder», confirmó al respecto el dueño de Sa Plana mientras encendía el fuego de la chimenea.

Sin embargo, nada de esto podría funcionar sin «la estrella de la fiesta», el caballo que da vueltas a la paramola de piedra y que un año más volvió a hacer las delicias de los más pequeños que lo miraban con la boca abierta. El animal dio vueltas durante varias horas caminando tranquilamente para prensar las aceitunas, sacar la pasta de oliva que se coloca en los cofines y finalmente realizar una truiada mediante la gran jácena. Y todo ello con el único sonido de la música payesa de los miembros de Sa Colla de Buscastell. «Esto me encanta y no lo cambio por nada del mundo porque aquí se trabaja tranquilamente y sin el tremendo ruido que producen los infernales siete motores de la máquina moderna que tengo en el otro lado de la finca para hacer aceite», bromeó Pep de Sa Plana.

No obstante, y más allá del éxito de la Festa de s’Oli de Forada con otros alicientes más como el ball pagès, la exposición de artesanos, los concursos, las rifas, los juegos tradicionales o las cocas, los pasteles, los bunyols o las orelletes, la realidad nos recuerda que la producción de aceite que se obtiene de un trull no saldría rentable actualmente. Según el anfitrión de la fiesta con este mecanismo tradicional y trabajando durante todo un día dos hombres y un caballo, apenas se podían conseguir unos 20 litros de aceite mientras que sólo el año pasado y con los métodos actuales, Pep de Sa Plana, obtuvo unos 1500 litros de aceite y unos 7600 kilos de aceituna de sus cerca 700 olivos.