Un momento del rodaje en un parque moscovita. Nacho Duato dirige a los bailarines, situados tras los árboles.

«Fue una manera de cerrar el círculo para Nacho [Duato]. Su primer ballet con la compañía fue en Moscú, en 1990, y su última gira como director acabó en la misma ciudad rusa, nada más y nada menos, que en el Bolshoi», recordaba ayer el director Alain Deymier (Las telas rojas, Teresa, The fan), que el pasado año siguió durante 15 días a la Compañía Nacional de Danza, dirigida por el prestigioso bailarín y coreógrafo valenciano, para grabar el documental Nacho Duato: Danse la danse.
La idea de rodar este proyecto surgió tras grabar Teresa, en 2009, durante una cena en Madrid con una amiga del realizador que, a su vez, es una gran amiga de Nacho Duato. «Ella me contó que Nacho había tenido alguna desaveniencia con el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música y que había decidido no prorrogar su contrato», relata Deymier.
Duato se mostró reticente en un principio, alegando que no se encontraba en el mejor momento de su carrera. A pesar de esto, Deymier insitió en varias ocasiones. Finalmente, tras varios encuentros, en los que el realizador se desplazó a Madrid para entrevistarse en persona, el bailarín y coreógrafó accedió y así, la declarada admiración del realizador y fotógrafo francés, pudo quedar patente de la mejor forma posible. «Siempre reconozco, en las coreografias de Nacho, esa imagen de sensualidad tan española, esa ligereza de los cuerpos y fuerza atlética que parecen desafiar las leyes fisicas», asegura Deymier, que ha conseguido captar la delicadeza y la naturalidad de un estilo propio de hacer danza que huye de excentricidades estéticas.
Así, Alain Deymier logró adentrarse en lo más profundo de la compañía de danza más prestigiosa del país durante su periplo ruso, que supone el fin de un ciclo. En primer lugar, presenció los preparativos previos a la participación de la compañía en el Festival Chéjov, con su espectáculo El jardín infinito y el colofón a dos décadas de éxito en el Bolshoi con Multiplicidad: Formas de silencio y vacío, una semana después.
Disciplina
Alain Deymier describe esta experiencia como «maravillosa». «La vida de un bailarín no es sólo bajo los focos. Es un trabajo muy duro, que exige una disciplina y que no te permite bajar la guardia. Los ejercicios diarios de ensayo en barra los comparaba al ring de los boxeadores. Después, desmontaban la barra y comenzaban los ensayos de las coreografías», recordaba el realizador del primer documental sobre el trabajo del coreógrafo.
Deymier, que tiene palabras de agradecimiento para todo el equipo que participó en el rodaje y asegura que, lo que más le gusta del género cinematográfico de no ficción es la posibilidad de que cada imagen cuente algo y no haya planos gratuitos.
El documental se encuentra ahora en fase de edición, que finalizará a mediados de julio. Posteriormente se iniciará la post-producción. En unos meses, Alain Deymier se trasladará a París, donde se encargará de realizar los ajustes de color, sonido y las mezclas pertinentes. Una vez esté finalizado el documental, éste se estrenará en noviembre en Madrid. El lugar y la fecha del pase en Eivissa, a pesar de que es un deseo del realizador, aún no está confirmada, aunque está prevista para el próximo año.

Una mirada distinta y empática
Alain Deymier nació en Avignon (Francia) y desde hace 15 años tiene su residencia fijada en Eivissa. Su exitosa trayectoria como fotógrafo le avala y usa la misma mirada empática, tanto para captar imágenes estáticas como para su faceta como realizador cinematográfico.
Deymier define a Nacho Duato, el protagonista de su documental, como «un ser extraordinario» y asegura que «tiene la enorme capacidad de ser amigo de sus bailarines en la vida privada pero, también, de ser un director muy exigente, algo que puede llegar a ser difícil». A pesar de ser altamente exigente, el director del documental asegura que Duato posee «un enorme sentido del humor» y que «es capaz de convertirlo todo en algo mágico, amable y agradable».
Tras pasar mucho tiempo con los bailarines y compartir numerosos momentos íntmos con ellos, Deymier fue testigo de la vida solitaria, el sacrificio y la enorme disciplina que requiere ser bailarín.
Para el francés, a la hora de rodar un documental, «es fundamental aprovechar los encuentros con los personajes cuya vida se va a narrar y tener claro cual es el camino argumental a seguir».