Montserrat Forner durante una de las breves vacaciones que pasa en Eivissa.

A sus 25 años (aunque aparenta muchos menos), Montserrat Forner se siente realmente satisfecha de la evolución de su carrera; y no es para menos: desde el pasado mes de noviembre y hasta que terminen las fiestas navideñas, baila en Atlanta (EE UU) el papel protagonista de «El Cascanueces», de Tchaikovsy. «Bailar 'Clara' es toda una experiencia, pues es un personaje que aparece durante todo el ballet; además, también hago otros carácteres, como 'La chinese', 'Spanish', 'Marzipan' y 'Snow'; por lo que puede asegurar que estoy totalmente metida en la obra», explicó la bailarina ibicenca a Ultima Hora Ibiza y Formentera. «El Cascanueces», creado originalmente en 1891, es uno de los ballets obligados en estas fechas; una obra para toda la familia alrededor de un cuento navideño protagonizado por muñecos que cobran vida en un país donde no falta nunca la nieve.

El Clayton Performing Arts Center y el Henry Performing Arts Center son los dos escenarios en los que Forner está dando rienda suelta a su talento y creatividad, reconocida por la crítica de varios periódicos de Atlanta. Una oportunidad a la que le ha ayudado su delicada figura y su indudable fuerza en la escena. «Necesitas mucha pasión y decisión, trabajo y creer en lo que haces. Hacer este ballet ha sido una combinación de suerte, valentia, no tener grandes lesiones y estar en el lugar oportuno en el momento oportuno». Una combinación de talento y carácter, así como ciertas dotes de interpretación. «Pienso que una bailarina ha de ser también actriz, para poder dar vida de forma convincente al papel que está bailando. Tienes que hacer tuyo el personaje y disfrutar con él, tanto durante los ensayos como a la hora de enfrentarse al público», afirmó.

Tal seriedad a la hora de enfrentarse a un reto de esta categoría, lo considera Montserrat Forner toda una responsabilidad. «Hay una gran diferencia entre ser estudiante y ser profesional. En el primer caso bailas sólo para ti; la gente te mira, y si no lo haces bien, te disculpan. Pero cuando eres profesional, tienes que ser consciente de que formas parte de una compañía y del público que paga para verte». «Así que es necesario que las cosas salgan como tienen que ser, porque el público no paga para que tengas un mal día. Es una presión constante y has de trabajar más duro, porque no puedes depender de otros, ni de los profesores que corrijan tus errores. En cada actuación te la juegas; ese es el reto, sí, pero también la gracia y el encanto de un trabajo como este», explicó.

Un mundo absorvente y de dedicación absoluta en el que vive desde hace años esta bailarina profesional; nada que ver con aquellos primeros pasos que empezó a dar en el Estudi Capricorn de Eivissa cuando tenía 6 años. «Desde luego, pero estoy contenta con lo que hago. Bailar, tomar clases es para mí como desconectar de todo, entrar en otro mundo, otra atmósfera en la que los problemas, más grandes o más pequeños quedan afuera, al margen», comentó con un claro entusiasmo. «Aprender siempre, bailar con distintos bailarines, tomar clases con diferentes profesores, buenos o no tan buenos, eso no es tan fundamental al final. Todo te ayuda para sacar más y mejor partido al arte de la danza, una pasión que me encanta», concluyó.