Imagen del concierto que Collegium Musicum Iribarren ofreció en Sant Carles. Foto: KIKE TABERNER

El Centre Cultural de Sant Carles acogió el domingo el tercer concierto del XV Festival Internacional de Música de Eivissa, que tuvo como protagonista a Collegium Musicum Iribarren. Los integrantes de esta formación son Alexia Juncal (soprano), Jan Grimbergen (oboe barroco), Renée Boch (viola de gamba) y Alberto Martínez (clavicémbalo). Aunque individualmente los cuatro músicos tienen una amplia trayectoria profesional a sus espaldas, esta era la primera vez que actuaban juntos dentro de este proyecto de difusión de la música barroca, en este caso a través de las cantatas y sonatas de Telemann y Haendel.

Jan Grimbergen, portavoz del grupo, explicó a este periódico que «el estilo con el que nos encontramos más a gusto es el de la primera parte del siglo XVIII, pero tenemos la experiencia de que para el público resulta más atractivo con la presencia de una cantante. La música solo instrumental es más difícil de digerir, sobre todo para las personas que no estén muy acostumbrados a asistir a conciertos». Ocupados en sus labores individuales, mayormente pedagógicas y de colaboración con otros grupos, Collegium Musicum Iribarren aprovechan el verano «para participar en festivales de este tipo, en lugares atractivos en los que la gente apetece de escuchar buena música», añadió.

Entrando en la idiosincrasia de las cantatas del barroco, Grimbergen explicó que «una cosa importante en este programa es que la presencia de la voz ilustra muy claramente las características del barroco, que es su aspecto retórico. El compositor siempre refleja en la propia música armonías, articulaciones, ornamentos y demás, que reflejan exactamente lo que dice el texto».

«Así, cuando aparece la palabra dragón, por ejemplo, suena a miedo; cuando el texto alude al dolor hay una armonía dolorosa, etc. Es decir, una de las características del barroco es que podrías inventarte el texto escuchando la música. Aunque no entiendas el texto, sabes de qué va la cosa». Sobre el contraste que significa oír música barroca en una isla arrasada por el sonido disco, Grimbergen apuntó que «aún no hemos podido comprobar si está justificada la fama que tiene la isla, pero de ser así es más apreciable aún el intento de poner en la oferta una gotita de otra cosa».