91 AUSTRALIA: Heal (26), Gaze (22), MacKinnon (1), Bradtke (11), Longley (15) "cinco inicial", Grace (2), Paul Rogers (12) y Smith (2).

80 ESPAÑA: Rodríguez (9), Herreros (24), Jiménez (12), Johnny Rogers (12), Dueñas (2) "cinco inicial", De Miguel (-), De la Fuente (9), López (4), Garbajosa (6), Reyes (2).

Arbitros: Pitsilkas (GRE) y Campos (ANG). Excluyeron por personales a Gaze, Johnny Rogers y De Miguel.

JORGE MUÑOA (EFE)
España se quedó fuera de los cuartos de final, fuera incluso de los diplomas, y sufrió la enésima decepción de los Juegos ante el equipo anfitrión, que salvó la cara en la última oportunidad que le quedaba de evitar la ronda de los perdedores.

Estaba cantado que a España le esperaba un infierno. Su única vía de acceso a los cuartos de final rebosaba espinas por los cuatros costados. Le hacía falta todo lo que no había tenido ante Rusia, todo lo que olvidó frente a Canadá y mucho de lo que enseñó contra Yugoslavia hasta que condicionantes de muy diversa naturaleza la sacaron del choque. La selección española plantó cara a los anfitriones, al público y a sus propias dudas durante algunos minutos, pero acabó desencajada una vez más. En un pequeño trecho del encuentro, al principio, la esperanza renació entre las huestes rojigualdas, aunque apareció y desapareció como un espejismo. En el intervalo que permaneció la visión los hombres de Lolo Sainz confiaron en la defensa, ahogaron al mejor realizador de los oceánicos "Andrew Gaze" y fabricaron un escenario idílico (7-18 m.12) pero irreal.

La presencia de la selección anfitriona en cuartos era importante por muchos motivos y la debilidad mental de España crónica. España había cargado contra los árbitros de su anterior partido y la sombra de la escisión en las competiciones europeas es alargada. Igual que ante Yugoslavia, una inverosímil decisión arbitral, del griego Pitsilkas, que señaló una falta antideportiva a Dueñas por saltar a taponar un tiro debajo del aro cortó.