Una calle llena de comercios en el barrio de la Marina en Vila. | Marcelo Sastre

El pequeño comercio de Ibiza tiene un entorno complicado. Un cubo de rubik que plantea varios problemas al mismo tiempo que provocan una presión muy fuerte que no todos pueden soportar.

El presidente de la asociación de la pequeña y mediana empresa de Ibiza y Formentera (Pimeef), Alfonso Rojo, lo explicó a Periódico de Ibiza y Formentera en detalle y planteaba la posibilidad de que la patronal publique una «huella del euro». Un informe visual para saber qué parte de lo que gastan los ciudadanos repercute en nuestro entorno cercano y fomentar el consumo responsable.

Circunstancias complejas

Los factores fundamentales que suponen ahora mismo problemas a los pequeños comercios son: el comercio online, el cambio de hábitos de los consumidores, y la burbuja de los alquileres en Ibiza.

Desde Pimeef se recalca que el cierre y apertura de comercios sigue un curso normal en Ibiza. En muchos casos son sencillamente negocios que nacen por una moda, que aprovecha de la cresta de la ola, pero que, como en el mar, el impulso se termina y el negocio deja de funcionar. Ponen como ejemplo las tiendas de cigarrillos electrónicos, que tuvieron su auge pero muchas no se consolidaron.

Respecto a la digitalización, indican que se hacen cursos en colaboración con los ayuntamientos de forma periódica para acercar el mundo de las nuevas tecnologías a los comerciantes.

En cuanto al cambio de hábitos del consumidor «la administración puede hacer poco». Si bien se hacen campañas puntuales como la del sorteo de 6.000 euros en Navidad, o la del día del padre, son acciones que duran pocos días y suponen sólo un empujón.

«La lástima es cuando negocios con arraigo tienen que cerrar», manifiesta Rojo, algo que achaca a otros motivos.

En muchos casos simplemente porque el cambio generacional no tiene intención de seguir con el negocio. «Eso ya supone una muerte anunciada», señala.

En otros casos la nueva generación se encuentra que con el simple alquiler del local puede obtener en un mes el mismo beneficio que manteniendo la actividad varios meses. «Por mucho que le expliques al comerciante lo bonito que es tener un comercio tradicional en las calles del centro y que haya variedad de tiendas», es difícil que la nueva generación no se plantee cerrar el negocio y sencillamente alquilar el local. Otro factor a tener en cuenta, en el caso del centro de Vila, es el proceso de despoblación debido al aumento de los alquileres. Hay menos clientes, menos ingresos para los negocios, y sale más rentable vivir de rentas que mantener la tienda.

De todos modos el presidente de la patronal las califica como «muertes dulces». Cierres que no se han producido por deudas y que, si bien suponen algún daño, como los despidos, no son tan traumáticas como el cierre con pérdidas económicas. Las pérdidas las sufrirán los vecinos de las zonas donde desaparecen esos comercios, que pierden variedad en la oferta y en muchos casos se ven obligados a coger su vehículo para comprar muchos productos que antes tenían a mano.