OLYMPUS DIGITAL CAMERA | Marcelo Sastre

El turismo rural no era demasiado conocido en Ibiza cuando Pepe Torres Planells (Sant Miquel, 1951) decidió reconvertir su casa del Port de Sant Miquel en el hotel rural de Can Maries. Hablamos con nuestro entrevistado de esta semana sobre la historia del hotel Can Maries, así como sobre la evolución del turismo en la isla. Torres Planells lleva trabajando en la hostelería desde los 15 años, donde empezó como camarero. También fue concejal de Turismo en Vila con el Partido Popular.

¿Cómo nació Can Maries?

- El hotel nació en una casa que me construí hace muchos años y que fui ampliando. En aquel momento no era posible desarrollar ninguna industria o negocio en suelo rústico, a menos que fuera hotel o agroturismo. Y como yo no soy buen payés, solo podía ser un hotel rural. Y por eso, cuando me dieron la licencia, me dispuse a construir un hotel rural.

¿Cuánto tiempo hace de eso?

- De eso hace 23 años, ocurrió en 1995, mientras que la casa la tengo desde 1971. Con 20 años yo tenía un deseo, que era tener una casa propia y me la pude construir.

¿Cómo fueron esos inicios en 1995?

- Fueron complicados porque en 1995, a pesar de que no hace tantos años, no había ningún hotel rural en Ibiza. Había un agroturismo en Sant Carles, ese mismo año abrió Cas Pla, un hotel vecino de aquí y nosotros. Con lo cual hablar de turismo rural en aquella época era hablar de una cosa extraña. En España ya era conocida, en Europa también (sobre todo en Austria, Alemania y Suiza) pero en Ibiza no había ninguno. En aquellos años había clientes a los que les parecía que quedaba lejos, sobre todo aquí en el norte, en Sant Miquel, y fue complicado. Los inicios nunca son fáciles pero después de haber recorrido un camino con éxito, pese a que no es tan largo, la satisfacción es muy grande.

Me ha hablado de Cas Pla y del agroturismo de Sant Carles. ¿Qué diferencia Can Maries de otras propuestas de turismo rural?

- Bueno, las diferencias no las puedo decir yo. En cuanto al turismo rural de la isla, todos los establecimientos, hoteles y agroturismos que conozco apostaron por la calidad. Los hoteles rurales están equiparados, normalmente, a hoteles de cuatro estrellas, mientras que los agroturismos no. Eso no quiere decir que sean de menos calidad sino que, simplemente, los agroturismos tienen que tener explotación agraria y los hoteles rurales no.

Desde 1995 cuando fundó Can Maries hasta nuestros días, ¿cómo ha cambiado el hotel?

- El hotel ha cambiado, evidentemente, porque he introducido mejores, lo he renovado y ha cambiado a mejor. Todos los otros también, diría yo. En cuanto a la clientela, poco ha cambiado. De hecho, tengo clientes que son fieles desde el primer año, lo que quiere decir algo. A pesar de los altibajos de crisis y los años de mayor o menos bonanza que ha habido, la clientela del turismo rural acostumbra a ser bastante fiel.

Hablando de crisis económicas, ¿la crisis de 2008 afectó al negocio?

- Sí que nos afectó y muchísimo además. Y este año también nos está afectando la crisis que está sufriendo el turismo en España. En aquellos momentos había gente que decía que no había crisis en aquel momento, pero realmente el turismo nacional desapareció prácticamente. Mucha gente no se pudo permitir unas vacaciones en Ibiza, como ocurría antes, pagando los precios de los hoteles rurales o los agroturismos, o incluso hoteles de cinco estrellas. Afortunadamente la crisis se resolvió, para unos mejor y para otros peor, pero en este momento la crisis está superada y después de unos años de bonanza parece que ahora viene una pequeña caída, pero espero que no gravemente.

¿Y cuál ha sido la mejor época para el negocio?

- La mejor época fue a principios del año 2000 y estas tres últimas temporadas pasadas: 2015, 2016 y 2017.

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¿Y esta temporada ha bajado?

- Sí ha bajado, aunque era previsible. Todavía no hay estadísticas hechas, las haremos a partir del mes de noviembre pero está claro que la temporada 2018 no será ni mucho menos lo que algunos prometían o pensaban, esto es, que habría un boom pero no ha sido así. La apertura de los mercados que estaban un poco dormidos afortunadamente han despertado. La competencia legal bienvenida sea. Y eso ha producido que mucha gente que no ha viajado a estos países durante los últimos años por su conflictividad hayan vuelto a escogerlo como destino de vacaciones.

¿El hotel está abierto durante todo el año? ¿Cómo les afecta la estacionalidad?

- No está abierto todo el año. Aquí estamos al norte de la isla, con lo cual, así como en verano tenemos la ventaja de que no hace tanto calor como en el sur, en invierno hace más frío. Y este hotel como está enfocado hacia el mar, en la zona norte, en invierno no le pega el sol directamente en la fachada. Esas circunstancias unidas a la humedad hacen inviable abrir en invierno. Por lo demás, yo ya estoy de retirada y me viene bien trabajar menos. De todas formas, trabajando menos seguimos trabajando mucho, si comparamos en cómputo anual las otras que trabajamos en verano, se trabaja tanto o más que gente que trabaja durante todo el año.

Usted me dice que está de retirada… ¿Habrá revelo generacional en el negocio?

- Posiblemente, pero todavía me siento demasiado joven como para pensar en pasado, yo todavía pienso en futuro. Con lo cual, no he pensado todavía en soltar el negocio.

¿Cuántos trabajadores tiene a su cargo? ¿Y habitaciones?

- Hay 11 personas trabajando aquí. Para nosotros no es tan importante el número de habitaciones como el modelo de habitaciones. Las habitaciones son amplias, estamos enfocados a un turismo de tranquilidad, de calidad y de familia. Con lo cual hay habitaciones que tienen una capacidad más amplia que para simplemente dos personas. Estamos hablando de entre 25 y 30 plazas.

Usted lleva muchos años aquí, desde 1995, ¿volvería a montar este negocio igual que lo hizo entonces?

- Sin ninguna duda. Estoy muy contento. Era un sueño que yo tenía, ya que empecé a trabajar muy pronto de camarero y entonces mi sueño ya era tener un hotel. Este sueño lo hice realidad con 44 años, así que tampoco está tan mal.

¿Siempre ha querido dedicarse a ello?

- Siempre he trabajado en la industria turística, desde que tenía 15 años, con la gran suerte de haber disfrutado siempre de buena salud hasta la fecha y espero que continúe siendo así. También tengo la suerte de que siempre me ha gustado mucho lo que he hecho. Con 15 años empecé como ayudante de camarero y con 19 años era jefe de comedor y jefe de barra de un hotel nuevo que se abrió. Abrí porque en ese momento no había director y me dieron las llaves para que me ocupara yo de la apertura. Con 21 años fui a inaugurar otro, también como jefe de comedor y después tuve una pequeña experiencia en el extranjero de tres años, de la que volví como director de una empresa de apartamentos hasta que abrí mi propio negocio. Con lo cual, me siento muy afortunado, y ya lo he dicho antes pero lo repito, primero hay que disfrutar de buena salud y después creo que también he tenido mucha suerte en la vida. Tal vez por el hecho de haber nacido en domingo, que dicen que da buena suerte.

Usted se ha dedicado toda la vida al turismo, desde hace más de medio siglo. ¿Cómo ha cambiado Ibiza y cómo ha cambiado el turismo desde que usted empezó?

- Madre mía. La diferencia es como de la noche al día. Simplemente así. Es una diferencia total. Los principios eran completamente diferentes, el turismo era completamente diferente también e Ibiza era completamente diferente. Todo ha cambiado. Nosotros hemos cambiado, la gente ha cambiado… El modelo, las costumbres, y tantas y tantas cosas. El turismo tiene unas ventajas enormes, que fue lo que dio mucha riqueza a Ibiza, pero desgraciadamente también destruye muchas costumbres. La gente que viene, muchos de ellos, han venido debido al clima y la bonanza del tiempo que tenemos aquí, el sol y la playa, pero pocos de ellos se acostumbran a nuestras propias costumbres, valga la redundancia. Con lo cual, el turismo tiene este inconveniente. Últimamente, el problema que yo percibo, es que se ha mezclado la gente que vive en la isla con el turismo, cosa que antes no existía. Antes había núcleos estrictamente turísticos, con lo cual el turismo hacía su vida, sin meterse en la vida de la gente de aquí, y ahora eso ya se ha mezclado completamente. ¿Qué provoca esto? Que ni la gente de aquí tiene vida propia como debería ser ni el turismo tiene un ambiente únicamente turístico. Eso sería lo que quizá yo más echo de menos. No ha sido bueno mezclar el turismo con el ambiente de la gente que lleva aquí una vida normal, cosa que también hacen los que vienen, pero cuando están en su casa. Cuando vienen aquí de vacaciones tienen otro modus vivendi.

¿Cree que esto último que comenta es uno de los motivos que han incrementado las quejas de cada vez más residentes sobr e los efectos del turismo?

- Si la isla no se hubiera masificado no habría pasado esto, lo que pasa es que ahora ya estoy hablando en pasado. A lo hecho, pecho. Yo creo que sería el momento de limitar el crecimiento, y sobre todo sería el momento de clarificar cuáles son las zonas turísticas y no convertir toda la isla en un parque turístico. Eso no tiene ni pies ni cabeza. El turismo bienvenido sea, pero siempre respetando nuestras leyes y nuestras costumbres. Lo que no es de recibo es el libertinaje que estamos viviendo últimamente y sobre todo durante estos últimos años. La idea de que aquí todo está permitido. Algunos cargos políticos dicen que no pueden hacer nada, pues los que crean que no pueden hacer nada que se vayan. Yo creo que en el siglo XXI hay suficientes medios para controlar todo lo que es ilegal.