Un aroma a alcantarillado flotaba en el aire ayer a mediodía en Eivissa. La gente chapoteaba en ese agua mezcla de pluvial y fecal por las calles, en busca de refugio debido a la tromba de agua que cayó durante la mañana de ayer. Muchos optaban incluso por quitarse el calzado veraniego e ir descalzos aún ante la incertidumbre de no ver que había en el agua marrón.

Otros tiraban de inventiva e impermeabilizaban sus pies con bolsas que hacían las veces de zapatos, o incluso bolsas de basura a modo de botas hasta las rodillas. Estas últimas a veces se hacían necesarias.

La inclemencia meteorológica inundó calles en muchos puntos de varias localidades de la isla debido a la incapacidad de los imbornales de evacuar toda el agua que caía.

Alcantarillado

Cada chaparrón veraniego recuerda la necesidad que existe de separar el alcantarillado de la red de aguas pluviales, cuya unión actual hizo aflorar ayer a la calzada lo que baja por los sumideros de cada casa. Eso, y algunas pobres ratas que no sobrevivieron a la inundación de sus habitats urbanos.

En la mayoría de negocios tuvieron que sacar las escobas y arremangarse los pantalones para desalojar los ríos de agua que desbordaban por todo. Los paraguas eran refugios insuficientes en algunos momentos, de forma que muchos se veían obrigados a buscar abrigo en tiendas y negocios de restauración.

Barrios como Ses Figueretes o Es Pratet, además de muchas zonas del centro de la ciudad, quedaron anegadas durante un par de horas y obligaron a muchos a quedarse en casa o allá donde se refugiaban hasta que amainase un poco.

Otros optaban por tomárselo con más guasa y sacaban a la calle los populares flotadores enormes de flamenco, o hacían paddle surf en medio de polígonos industriales y se convertían en estampas virales por unas horas en las redes sociales y grupos de mensajería instantánea.

Obstáculos flotantes

Todo aquello que no estaba anclado al suelo se convertía en objeto flotante con autonomía de movimiento que se movía al antojo de las corrientes.

Muchos contenedores dejaron su puesto habitual en los laterales de la calzada para pasar a ocupar el centro de las calles y bloquear el tráfico rodado. Algunos conductores se vieron obligados a bajar del vehículo y aprovechar la flotabilidad del obstáculo para dejarlo en un lugar menos molesto para poder seguir su camino.

Nunca llueve a gusto de todos, y siempre genera caos cuando es en verano y en tromba.