Dos agentes de la Guardia Civil custodian al joven acusado hasta el Centro Penitenciario de Ibiza

«Pido perdón de todo corazón a Dani, a su familia, a Cristian y a los amigos». Así cerró ayer a mediodía el turno de última palabra Marcos M.B., el joven acusado de atropellar mortalmente al ciclista ibicenco Daniel Viñals. Dos horas antes, la sala había escuchado el desgarrador y entrecortado testimonio de Cristian, el joven que el 29 de abril de 2017 compartía salida en bicicleta con Viñals.

Él recibió un primer golpe lateral milésimas de segundo antes de que el potente Range Rover impactase contra Viñals. «Vi un coche blanco que venía a gran velocidad y se iba saliendo e invadiendo nuestro carril. Oía el motor ¡brrrum, brrrum!, me giré, levanté la mano para indicar al coche y ya no vi a Dani. Luego vi los trozos de la bicicleta por todos lados. No tuve valor de acercarme, estaba destrozado. Sólo pude intentar parar a un coche para que me dejase un teléfono», relató entre sollozos la segunda víctima en el arrollamiento ocurrido en la EI-700, la carretera de Sant Antoni, a la altura del restaurante sa Soca.

El de Cristian fue uno de los 17 testimonios escuchados en la sala durante las más de tres horas de vista oral. Pasadas las 13.30 horas, la titular del juzgado de lo Penal número 2 de Ibiza, Martina Rodríguez, dejó el caso visto para sentencia tras escuchar las conclusiones y peticiones de Fiscalía, acusación particular y defensa.
Homicidio y omisión del socorro

El representante del Ministerio Fiscal redujo su petición inicial de siete años a cinco (tres por un delito de homicidio imprudente y dos por el delito de omisión del deber del socorro). Las acusaciones particulares mantuvieron sus peticiones de siete años de prisión. Por su parte, el letrado de la defensa alegó que no se daban los requisitos para poder determinar una omisión del deber de socorro y solicitó una pena de un año y ocho meses de prisión para su representado.

El acusado, que conducía un Range Rover y dio positivo en alcohol, cocaína y metanfetaminas, contestó a todas las preguntas que le formularon, relató cómo habían sido las horas previas y posteriores al atropello, pero advirtió no recordar nada de ese momento exacto. «De camino a casa me sentí cansado y en algún momento mi mente se apagó», aseveró.

Así, apuntó al tribunal que hasta las 05.00 horas estuvo bebiendo en un local de Sant Antoni y que alguien le invitó a una raya de cocaína. Tras abandonar la zona del paseo se dirigió a otro bar de la avenida Doctor Fleminng en el que consumió dos o tres cervezas más. Luego tengo muchas lagunas mentales», advirtió a preguntas de la acusación. Luego recordó que una mujer le sacó del coche que había empotrado con un muro apenas 300 metros después del fatal atropello. Añadió que si hubiera sido consciente de lo que había ocurrido, «no tengo ninguna duda de que me hubiera parado».

Preguntado por su letrado, el joven se reconoció como «politoxicómano» y precisó que desde los 14 años consumía alcohol y marihuana y a los 17 cocaína y anfetaminas. El abogado incidió en el hecho de que durante su estancia en prisión, el joven acusado ha seguido varios tratamientos de Proyecto Hombre por su adicción, así como otras terapias.

La testifical del acusado finalizó alegando que en estos trece meses nunca ha pedido la libertad provisional por sentirse «responsable» del daño causado y «por respeto a la familia de Dani y a Cristian», el otro ciclista que resultó malherido en el golpe que acabó costándole la vida a Viñals, el ciclista de 34 años.

Homicidio y omisión del socorro

Tras la declaración del acusado fue el turno de los agentes de la Agrupación de Tráfico que investigaron el atropello y detuvieron a Marcos en su casa. El primero de ellos relató que al llegar al escenario del siniestro encontró la bicicleta partida y el pedal varios metros más allá, incrustado en una valla, un hecho que apunta al notable exceso de velocidad en una curva. En el test de alcoholemia practicado dio 0,95 mg/l pero por el tiempo transcurrido desde el accidente hasta que fue localizado pudo dar 1,20 mg/l.

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Otro agente, el que lo localizó, advirtió que el joven «sabía que había sufrido un accidente y, posteriormente, sin decirle nada de las circunstancias, me preguntó por los ciclistas.

Después llegó el testimonio de Cristian Torres, el otro ciclista golpeado aquella mañana. Visiblemente afectado recordó el fatídico episodio y la «larga espera» hasta la llegada de la ambulancia, unos 20 minutos. «Estaba hablando cuando se lo llevaron pero luego empezaron a darnos las malas noticias».

La primera mujer que les atendió y presenció el accidente recordó que circulaba detrás de ellos y vio cómo el Range Rover «invadía cada vez más el carril, golpeaba a un primer ciclista (Cristian) y otro salía volando (Daniel). Yo iba con mi hija y también estuvo a punto de golpearme. No entendía nada porque en lugar de frenar y parar siguió a más de 100 kilómetros por hora», indicó.

Otro conductor advirtió el atropello desde otra perspectiva ya que circulaba en dirección a Sant Agustí cuando fue adelantado por el acusado en una maniobra que le arrancó el espejo retrovisor.

Después llegó el turno de las dos vecinas que localizaron al acusado con el coche empotrado contra un muro próximo a su casa. «Estaba como ido. Parecía como un zombi, con los ojos fuera de sí», apuntó una de ellas que recordó que paró su coche porque su bebé estaba llorando e instantes después escuchó el impacto. Otra vecina apuntó que en un primer momento no le reconoció pero que al indicarle donde vivía lo identificó como el hijo pequeño de sus vecinos.

Esta vecina fue la que alertó a los padres y acompañó al chico a casa junto a su padre.
«Estábamos desayunando cuando sonó el telefonillo y la vecina nos dijo que Marcos había sufrido un accidente», relataron los padres del acusado.

El padre añadió que cuando llegó al punto del accidente el coche «estaba echando humo y mi hijo estaba ausente. Luego vino alguien con una moto y me dijo que estaba implicado en un atropello con ciclistas. Le di mi móvil pero en ese instante llegó un guardia civil», recordó el padre.

El hombre y los agentes se trasladaron a la casa donde esperaba la madre. «Mi hijo estaba tirado en el sofá y creí que estaba en coma», indicó la madre con la voz entrecortada. El padre añadió que pasó unos momentos de «completa desesperación porque nunca había visto a mi hijo así. Fue muy duro pero entiendo que es más duro para la familia de Dani», subrayó.

Tras estos testimonios declararon los padres y el hermano de Daniel Viñals. Recordaron que les llamaron en torno a las 11.00 horas y que lo vieron en la Policlínica pero ya nunca pudieron hablar con él.

La sala también escuchó el informe pericial de la forense. Daniel Viñals sufrió lesiones múltiples por todo el cuerpo, especialmente en el hemisferio izquierdo, y rotura de la aorta torácica, un hecho que originó una hemorragia interna.

Finalmente declaró la responsable del tratamiento que está siguiendo el acusado desde mayo de 2017.
Tras el turno de última palabra, la juez dejó el juicio visto para sentencia y ordenó el traslado del acusado al Centro Penitenciario de Ibiza.