El sueño de la familia Vilás era compartido por padre e hijo: que Ibiza tuviera el mismo nivel asistencial que cualquier capital de provincia española. Julián Vilás Ferrer (1930-2012) inició la andadura del Grupo Policlínica hace casi 50 años y sus pasos los ha seguido su hijo, Francisco Vilás (1959), que asumió la gerencia en 1995 coincidiendo con la expansión del grupo, que actualmente cuenta con la clínica, cinco centros sanitarios y Sa Residència.

¿Cómo fueron los primeros pasos de la Policlínica?
— La clínica nació en el año 1959 cuando mi padre acabó su formación como traumatólogo y cirujano y vino a Ibiza. En un primer momento estaba en la avenida España y era una pequeña clínica con cuatro o cinco camas que daba asistencia junto a la clínica Villangómez, que eran los únicos centros sanitarios que había en aquella época en Ibiza. En el año 1969 por necesidades se hizo la primera clínica en Vía Romana. En el año 1992 se hizo la ampliación y desde entonces hemos hecho una política de crecimiento en todos los sentidos hasta llegar a lo que somos hoy en día.

¿Cree que Julián Vilás se hubiera imaginado esta expansión de la clínica cuando empezó en avenida España?
— Creo que no. Yo personalmente trabajaba en una unidad de trasplantes en Francia y no tenía previsto volver a Ibiza. En aquel entonces la clínica era muy pequeña pero sí que tenía muy claro cuál era nuestro objetivo, que era un sueño que compartía con mi padre: que Ibiza tuviera la misma asistencia sanitaria que cualquier capital de provincia española.

¿Se ha cumplido ese sueño?
—El Grupo Policlínica no ha hecho otra cosa que trabajar en este sentido. En 1995 montamos la primera resonancia, y después vinieron la primera unidad de cirugía laparoscópica y la primera unidad de hemodinámica cardiaca. En el 2000 montamos la primera unidad de neurocirugía. Creo que la sanidad puntera y la evolución de la sanidad en Ibiza ha estado ligada siempre al Grupo Policlínica.

¿Desde siempre ha tenido claro que quería seguir los pasos de su padre?
—Siempre he sido un buen estudiante. Acabé la carrera con sobresalientes, tuve un cum laude en el doctorado, pero el día que me dieron el título de médico para mí era como un título de CCC. Yo quería ser cirujano, por lo tanto, lo tenía muy claro desde pequeño que quería ser cirujano digestivo.


¿Cuáles son las especialidades con más peso que tiene la Policlínica?
—Por número de actividad es más importante el servicio de cirugía general y digestiva, después el servicio de traumatología ortopédica o ginecología. Un servicio muy importante para Ibiza es el servicio de neurocirugía, que tiene una importante actividad tanto en cirugía de columna como en cirugía cerebral. Tenemos también una importante actividad en la unidad de hemodinámica cardiaca, porque tiene el 100% de la población de Ibiza que tiene un problema cardíaco. Todos son importantes y necesarios

¿Cuántos pacientes pasan por la Policlínica al año?
—Aproximadamente hacemos unas 120.000 o 130.000 asistencias.

¿En qué momento empieza a crecer el grupo?
—Creo que el punto de inflexión es a partir de 1995 cuando se monta la resonancia y a partir de allí el crecimiento es relativamente exponencial. El problema de una actividad como la nuestra es que la inversión tiene que ser permanente, constante y, sobre todo, muy importante. Esto hace que el crecimiento vaya ligado por ejemplo a la aparición de una máquina o una tecnología nueva, como por ejemplo la hemodinámica cardiaca, con la que se tratan unos 350 pacientes al año.

¿Es difícil mantener una clínica privada en Ibiza?
—Hoy en día en Ibiza tenemos una gran ventaja porque somos un escaparate a nivel internacional, pero tenemos un inconveniente y es que la población que tenemos es la que tenemos. Mantener determinados servicios para una población relativamente pequeña genera sobrecostes importantes, pero dentro de nuestra idea de servicios de alta tecnología para los ibicencos, realmente está asumido. Las inversiones que hace normalmente la clínica superan los dos millones de euros anuales. Si analizas los últimos 15 años verás que hemos invertido más de 30 millones de euros en mejoras tecnológicas o equipamientos.

¿Sale rentable?
—La rentabilidad es algo relativo. Tenemos una profesión delicada y por tanto la rentabilidad no tiene porque ser económica, puede ser intelectual o moral o por la satisfacción de que en Ibiza podamos tratar un problema muy importante que hoy en día solo está reservado para 15 capitales de provincia como puede ser un tratamiento neuroquirúrgico o abrir la arteria principal a un paciente en la siguiente media hora porque se le ha tapado con un infarto de miocardio.

¿Qué servicios encuentran los ibicencos únicamente en la Policlínica
—Nosotros desde siempre hemos apostado por una sanidad integral. No es un concurso ni una batalla pública-privada. La pública tiene servicios muy importantes como la radioterapia. Nosotros fuimos uno de los principales incitadores para que este servicio se pusiera en el hospital público. Para nosotros como médicos era fundamental que Ibiza contara con una radioterapia y desde el minuto cero intervenimos de forma pública y privada para que se hiciera realidad. Hay servicios que están en la clínica que no están en el hospital, pero no me lo he planteado nunca como una situación de ventaja, sino dentro de esta idea global de que hay una sanidad ibicenca que tiene que atender a todos.

¿Por que dificultades ha pasado la clínica durante su trayectoria?
—Cuando creces al ritmo que hemos crecido es evidente que tienes que adaptar intelectualmente los funcionamientos, las formas y el personal. Actualmente somos cerca de 500 personas y el crecimiento ha sido rápido, por lo que nos hemos tenido que adaptar a diferentes situaciones. Actualmente toda la actividad de la clínica está sometida a normas de calidad y, por tanto, todas nuestras actuaciones, están supervisadas, controladas y de alguna manera, fiscalizadas, por organismos nacionales o internacionales para verificar que nuestro funcionamiento sea acorde a unas normas de calidad muy elevadas.

¿Cuál es el secreto para que funcione la clínica durante tanto tiempo y lo haga en continuo crecimiento?
—Querer tu trabajo. Esto no puede ser una obligación, tiene que ser una devoción. Una parte importante del recuerdo de mi padre es precisamente esto, él creó con nosotros la idea de que la clínica es un servicio. Por supuesto que es un negocio, pero ante todo es un servicio que es lo más importante.

Han pasado muchos pacientes por la clínica, ¿hay algunos casos que le hayan marcado más?
—Como profesional, como Francisco Vilás cirujano digestivo, por supuesto. Siempre me he dedicado a la alta cirugía extremadamente compleja y tengo pacientes de Ibiza y de fuera. Los pacientes que más recuerdas son los que más te han complicado la vida, que más noches no te han dejado dormir o que no han acabado bien y son los pacientes que te marcan a nivel profesional. A nivel de gerente de la clínica, personalmente no. Siempre he dicho una cosa: cuando vine a Ibiza había una tendencia de buscar una alternativa fuera de la isla cuando estabas enfermo. Creo que hoy es más anecdótico. A mí me preocupan los que se quedan, los pacientes más complejos y que crean más problemas desde el punto de vista profesional.

¿Puede decir que ha salvado vidas?
—No es el concepto de salvar una vida. Había un antiguo dicho del cirujano que sale y dice mi operación ha sido un éxito, pero el paciente ha sido un fracaso. Hoy en día no es satisfacción de salvar a alguien sino la satisfacción de haber hecho las cosas como tocan y, sobre todo, de haber sabido aplicar la alternativa más ventajosa para el paciente, independientemente del coste o la complejidad. No es lo bueno que soy sino lo bien que ha ido todo. Un cirujano es muy humilde porque puedes hacer la mejor cirugía del mundo pero a veces nos enfrentamos a enfermedades en las que pones todo tu interés y toda tu experiencia y al final no va bien. Nunca he acabado una cirugía sin preguntarme qué no he hecho bien, de la misma manera que nunca he planteado una cirugía sin haberla meditado. Normalmente hago la película antes de rodarla.

¿Analiza todas las operaciones que hace?
—Todas. Puedes tener pacientes similares pero todos son diferentes. El paciente no puede ser tratado como un número, sino que cada uno tiene una particularidad, tiene un problema personal y como profesional lo tienes que valorar.

¿Cuántas operaciones ha realizado durante su carrera?
—Mi servicio hace unas 500 intervenciones al año y yo vine a Ibiza en 1990. Habré hecho unas 10.000 operaciones.

¿El Grupo Policlínica tiene algún proyecto de futuro en mente?
—La Policlínica siempre piensa cosas. Hace cuatro días abrimos una unidad de estética, hemos acabado la reforma del servicio de urgencias, hemos abierto nuevas consultas en Vila Park y ahora nos estamos planteando abrir una nueva rehabilitación a parte de la que abrimos en 2017. Para 2018 tenemos dos o tres proyectos en marcha como ampliar el servicio de radiología o ampliar un quirófano. La mentalidad es seguir creciendo y mejorar el funcionamiento.

¿Algún profesional que admire en su campo?
—Admiro a mi padre porque supo abrir en Ibiza la cirugía moderna con las enormes limitaciones que tenía cuando llegó aquí. Tuve dos grandes maestros cuando trabajaba en Francia que muchos años después aún los llamaba cuando tenía un caso complejo. Y de mis maestros americanos, David Skinner, que es mi referencia en el tratamiento de una patología muy compleja que es la cirugía de cáncer de esófago.

¿Cuáles fueron los primeros pacientes de la clínica?
—De mi padre es más difícil. De los míos justamente vi el otro día a un paciente que primero operé de un cáncer de recto, después de un cáncer de hígado y más adelante de un cáncer de pulmón. Probablemente es uno de los primeros pacientes que vi cuando vine en 1990. Tengo mala memoria para las caras y los nombres, pero sí que me acuerdo de lo que les he hecho.

¿Cómo surge la idea de crear la Fundación Julián Vilás Ferrer?
—Nace cuando muere mi padre. Mi padre siempre había tenido la necesidad de ayudar a la gente y la fundación fue una forma de canalizar esta idea que tenía mi padre de ayudar a la gente de una forma ordenada y controlada. Mi hermana (Marta Vilás) es la presidenta de la fundación, que tiene un presupuesto de casi 200.000 euros anuales que se destina todo a Ibiza. Del mismo modo, Marta también preside APAAC (la Asociación ibicenca contra el cáncer) como consecuencia del empeño que siempre hemos puesto en que las ayudas recibidas sean directamente para los enfermos de Ibiza y Formentera.

¿La clínica tendrá una continuidad generacional?
—No lo sé. De mis cuatro hijos, la grande tiene 28 años y es bióloga y especialista en análisis clínicos, el mediano está estudiando quinto de Medicina, la siguiente hace técnico de Rayos y la más pequeña tiene tres años. Nuestra profesión es una profesión dura, desagradable donde las cosas se tienen que hacer porque quieres, no porque papá te lo diga.

¿Qué hará cuando se jubile?
—Yo me jubilaré el día que esto no me guste. A mi padre le pasó lo mismo. Uno de los privilegios que tenemos es que nos podemos jubilar cuando queramos y lo que no haré nunca es que me tengan que tirar fuera de la clínica. Todo tiene una edad. Ahora estoy en ese punto en que la experiencia con la edad es el momento cumbre, pero hay que tener la inteligencia y la honradez de decir hasta aquí hemos llegado. Soy muy aficionado al arte, a la mecánica y la náutica y si Dios quiere y me da salud sabré ocupar el tiempo.

La cirugía dice que es vocacional pero, ¿volvería a ser empresario?
—Hubo un momento de vida que cambié medallas para ser empresario. Tenía un futuro profesional fuera de España con una especialidad muy concreta con el trasplante de intestino delgado y en un momento decidí no tener una carrera y de alguna manera poder desarrollar mis capacidades en un puesto menos brillante pero más eficaz. Sí, volvería a ser empresario.

DATOS

• PRIMER TRABAJO: Residente de cirujano en el hospital Quinta de Salut l’Aliança de Barcelona

FAMILIA: Cuatro hijo

• AFICIONES: Arte, coches, mecánica, fotografía y viajar.

• CIUDAD PREDILECTA: Ginebra

• RINCÓN DE IBIZA: De las Pitiusas, Cala Saona.

• PLATO: Carne

• EQUIPO DE FÚTBOL: Real Madrid

• DE PEQUEÑO QUERÍA ..: Lo que soy