Los delfines y los cetáceos en general tienen una vida basada en la actividad acústica, hasta el punto de que el ruido condiciona en gran parte su existencia. Bajo esta premisa, la asociación Tursiops, dedicada a la protección de los cetáceos, ha emprendido un proyecto llamado ‘Nuestros delfines’ que pretende medir el impacto del ruido sobre estos mamíferos.

El biólogo Txema Brotons y la licenciada en Ciencias de la Mar Marga Cerdà, miembros de esta asociación, y Raúl Luna, técnico de Medi Ambient del Ayuntamiento de Sant Josep, partieron ayer desde el puerto de Sant Antoni en un catamarán patroneado por Ramón Ronda para colocar el primero de los tres hidrófonos a 30 metros de profundidad que, durante un año, permitirán escuchar la presencia de delfines y de embarcaciones para medir el nivel de ruido y constatar su impacto sobre estos cetáceos.

«El hidrófono está programado para que grabe durante 107 días», explica Brotons durante la travesía hacia el punto exacto entre los islotes de sa Conillera, ses Bledes y s’Espartar donde se instalará uno de estos artilugios comprados en Nueva Zelanda capaces de captar unas señales acústicas a 96 kilohertzios, una frecuencia superior a la que puede captar el oído humano y que permite escuchar el inconfundible sonido de los delfines e incluso los movimientos sísmicos. Sin embargo, los responsables del proyecto hacen un llamamiento al altruismo porque solo tienen financiación para dos hidrófonos, cuyo coste es de 5.000 euros cada uno, gracias a las aportaciones de la Fundación para la Conservación de Ibiza y un donante.

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En abril, este equipo de expertos volverá a sumergirse en aguas pitiusas para descargar los primeros datos y recargar las baterías de los aparatos siempre y cuando no se pierdan por la fuerza del mar y acaben, en el mejor de los casos, en las redes de los pescadores que, no obstante, han sido informados del proyecto.

Los otros dos hidrófonos se han colocado en el paso de es Freus y al norte de la isla, cerca de Cala Xarraca. Según explica la mallorquina Marga Cerdà, se han escogido estos tres puntos para comprobar el impacto del ruido en puntos con diferente presencia humana. «Es Freus son una locura de barcos en verano, pasan miles de embarcaciones diarias. Queremos saber si los delfines se van al norte en verano a causa del ruido», explica. De igual modo, este estudio pretende demostrar si la razón por la cual los delfines se acercan más a la costa en invierno que en verano es por la presencia humana.

De hecho, la contaminación acústica es, junto a la contaminación del mar, la principal amenaza de los cetáceos. Un delfín corre también el peligro de quedarse atrapado en las redes de un pescador pero es tan ágil que es muy difícil que una embarcación lo arrolle.

Marga Cerdà cree que este proyecto es «un embrión» que permitirá conocer, por ejemplo, cuál es la población del delfín mular en las Pitiusas. «Ahora parece que haya más delfines que antes aunque realmente lo que hay son más smartphones e imágenes que se difunden en las redes sociales», afirma. Una pasión por los cetáceos que hace que en Ibiza la gente esté muy sensibilizada con el medio marino. «En la última charla sobre cachalotes había 65 personas. Esta cantidad de gente no viene ni en Barcelona», celebra Cerdà.