Suzanne Toreau tiene 83 años y lleva la mitad de su vida viviendo en primera línea del puerto de Vila, en el barrio de La Bomba. Desde que ha caído enferma cada vez le cuesta más caminar y la restricción de acceso a la fachada marítima le está suponiendo «un gran problema». «No sé cómo tengo que hacerlo, no sé como vivir», explica esta vecina francesa, que tiene dificultades para moverse. Su hijo, Alexandre Amiach, propietario del restaurante El Bucanero, reclama una solución para este tipo de situaciones, ya que «no hay manera de pasar a recogerla si no es en horario de carga y descarga», de 7 a 11 horas y de 16 a 18 horas. En este sentido, recuerda que los taxis tampoco pueden acceder, por lo que su madre tiene que salir fuera y caminar un largo tramo hasta la barrera del puerto. Alexandre sabe que las ambulancias pueden pasar, pero asegura que «no puedo estar llamando cada dos por tres a una ambulancia». «A veces la tengo que sacar para ir a comer o para visitas al hospital. El otro día se puso mala a las 3 de la mañana y tuvo que ir caminando mal hasta la entrada del puerto para coger un taxi para ir al hospital», explica Alexandre, que detalla que no puede caminar si no está acompañada y que tiene una mujer contratada para estar con ella, aunque igualmente «le cuesta andar».

Suzanne vive en un primer piso en la calle Cipriano Garijo, encima del restaurante de su hijo, y explica como alguna vez ha ido al hospital y después no tenía forma de volver. «Si no es con la ambulancia no puedo llegar hasta mi casa, ni siquiera puedo coger un taxi. No se entiende», asegura esta vecina que dice sentirse «bloqueada».

Esta familia reclama una solución para las personas mayores o con movilidad reducida que viven en esta zona de la ciudad, donde la Autoritat Portuària de Balears (APB) ha restringido el acceso a los vehículos. Alexandre pide que exista una autorización especial para casos excepcionales como el de su madre y más en invierno cuando «la zona está muerta». «Es ridículo y absurdo que tengamos este problema cuando se solucionaría levantando una barrera. No es para aparcar, solo es para pasar a recoger y dejar a mi madre», apunta este vecino, que lamenta que en verano, en cambio, sí puedan acceder vehículos de los yates.

Desde el Ayuntamiento de Vila apuntaron que el cierre del puerto «es competencia de la APB» y que desde el Consistorio no pueden gestionar ninguna autorización. Según detallaron, no tienen constancia de este caso y que si lo solicitan pueden facilitar una autorización excepcional de acceso al barrio de la Marina, lo que permitiría a esta familia estacionar en la calle sa Creu y en el resto del barrio. No obstante, Alexandre apunta que igualmente les queda «lejos» para que su madre vaya caminando y que en verano esta zona también está cerrada. «Existiendo la posibilidad de recogerla en la puerta, no se entiende que no se permita», lamenta.

Este vecino apunta que hay otros casos: «Hay una vecina que vive al final del puerto y va en silla de ruedas. Antes tenía un aparcamiento, pero se lo quitaron con la reforma y ahora tiene que acceder por detrás por la calle de la Virgen. También hay otra persona en silla de ruedas que trabaja solo en verano, que se ha comprado una moto especial para acceder».

La Asociación de Vecinos y Comerciantes del Puerto ya han solicitado en varias ocasiones tanto a la APB como al Ayuntamiento que se permita acceder al puerto en los meses de invierno, ya que consideran «incomprensible» que no esté abierto de noviembre a abril cuando el flujo de gente es «mínimo» y los afectados son los pocos comercios que siguen abiertos todo el año y los vecinos, especialmente, la gente mayor, con discapacidad o movilidad reducida.