Los agentes de la Policía Judicial inspeccionaron y recabaron pruebas gráficas del escenario donde fue hallado el cuerpo de la mujer. | Paco S. Pérez

Desde hacía unos tres años el paradero de Ángela Planells era un misterio. Años atrás, algún familiar, amigo o vecino la echó en falta, pero nunca hubo una denuncia oficial por su desaparición. Hoy por la mañana, el macabro hallazgo de un esqueleto en un local propiedad de la familia podría haber cerrado el círculo. La autopsia deberá certificar que el cuerpo corresponde a esta vecina de Ibiza de 69 años.

El hallazgo se producía a media mañana cuando un primo de Ángela, acompañado por un cerrajero y de un abogado, alzaban la persiana de la planta baja ubicada en el número 35 de la calle Soledad de Sant Antoni. Acto seguido abrían la puerta interior, que estaba cerrada y con la llave puesta por su interior. Poco después de cruzar el umbral se daban de bruces con los restos mortales. Tras el hallazgo, alertaron a la Guardia Civil. Minutos después llegaba una primera patrulla, luego lo hacían los agentes de la Policía Judicial y un retén judicial, ante la sorpresa de los vecinos de esta concurrida calle de Sant Antoni.

La presencia de los agentes y del furgón de Pompas levantaba los comentarios entre los corrillos de vecinos apostados en los portales o en la entrada de la cafetería Boned y del bar Urban.

«Nos han dicho que han encontrado el cadáver de Ángela», señalaba Pepita, una vecina que recordó que la planta baja llevaba mucho tiempo cerrada y que años atrás había acogido una centro de culto. «Ese local era del padre, que era militar y tenía varias propiedades en la calle. Ángela vivía en Vila, pero venía todos los días cargada de bolsas», recordaba la vecina sentada en la terraza de la cafetería. Otro de los presentes señaló que la víctima solía comer allí y recordó que la última vez que la vio se marchó alegando estar indispuesta. «Ya no la volví a ver».

En torno a mediodía, el retén procedió al alzamiento del cadáver «que estaba en avanzadísimo estado de descomposición», señalaron fuentes de la investigación. Los agentes de la Policía Judicial continuaron en el interior del local hasta pasadas las 13.15 horas y se han hecho cargo de la investigación de esta muerte.

En la primera inspección ocular no se detectó que los restos presentasen algún signo de violencia y todo apunta a que la muerte se debió a causas naturales. Mañana está previsto que se le practique la autopsia que deberá esclarecer la fecha y causa exacta de la muerte.

Nadie sospechaba

El bajo comercial estaba repleto de basura. A pesar de este hecho y del mal estado del cuerpo, apenas hacía mal olor. Conocidos de la mujer señalaron que siempre «iba arriba y abajo con bolsas llenas» y algunos achacaron este hecho a que padeciese un síndrome de Diógenes. En el escenario también habían envases de bebidas alcohólicas.

«Tanto tiempo ahí muerta y nunca notamos nada. Ni en verano que hace más calor detectamos ningún olor raro», apuntaba uno de los presentes en la zona. Otra vecina, en cambio, señaló que hace un año notaron un fuerte olor al paso por la entrada del número 35, pero «todo quedó en nada. No sé si alguien avisó a la Policía Local o al Ayuntamiento», apostilló. Carmela añadió que alguna vez habían comentado en casa la larga ausencia de Ángela, pero desconocían si algún familiar se había preocupado de localizarla.

«Algunas veces iba con un chico, pero casi siempre iba sola con una cesta o bolsa. Entraba en el bar y saludaba a todo el mundo. Era una mujer agradable, pero de la noche al día ya no supimos nada más de ella. Nos preguntábamos qué rumbo habría cogido», recordó esta vecina de la calle Soledad, nombre de la vía que bien podría valer como epitafio de esta vecina de Sant Antoni.

LA NOTA

Años de ausencia sin denuncia

El hallazgo del cadáver de Ángela hizo luz a una ausencia que no fue denunciada ante la policía ya que la víctima apenas tenía contacto con la familia directa que le quedaba tras la muerte de su padre y hermano. Los que la conocían recordaban que la mujer se trasladaba desde Vila a Sant Antoni casi todos los días. Algunos vecinos la recuerdan como una mujer agradable y que en los últimos años se había quedado sola con la compañía de su madastra. Después vino el olvido hasta que su primo la localizó ayer en una propiedad de la familia.