Alfonso Molina Jiménez (Úbeda, 1966) es la mano derecha (y quizás también la izquierda) de Rafa Ruiz en Can Botino. El primer teniente de alcalde de la ciudad se enganchó a la política la legislatura pasada, la más rocambolesca en la historia del Ayuntamiento de Vila. Tras pasar por la oposición, ahora controla todos los entresijos económicos de la institución, que prevé unas inversiones de récord para 2018.

—Usted aseguró en el pleno de la semana pasada, en el que se aprobaron los presupuestos, que espera una inversión en la ciudad de Eivissa de 17 millones de euros en 2018. ¿No es muy optimista teniendo en cuenta que de recursos propios no llegan a los 7 millones en inversiones?
—Son más de 7 porque hay que sumar los recursos del Consorcio Patrimonio de la Humanidad porque hay casi 3 millones de euros de inversión, con lo que en inversión propia estaríamos cerca de los 10 millones. El resto son cosas que indirectamente también dependen del Ayuntamiento, como el convenio con el Consell para instalaciones deportivas de 600.000 euros para el cambio de la pista de atletismo de Can Misses y la impermeabilización de las gradas del campo de fútbol, además de la dotación de los PIOS para el año que viene. Y luego está la remodelación del paseo de ses Figueretes, que sólo falta firmar el convenio con el Consell. Siempre hay un punto de optimismo, pero creo que es un optimismo controlado. También dije que de ejecutarse sólo la mitad ya sería el presupuesto más inversor de la historia de Vila.

—¿Tiene algo que ver el ministro Montoro con estas cuentas o es todo mérito de usted?
—No, mérito mío para nada. El mérito es de lo bien que trabajan los servicios económicos de esta casa y de lo cumplidores que son los ciudadanos de Ibiza a la hora de pagar sus impuestos. Yo no critiqué a Montoro en el pleno de los presupuestos. Sin entrar a valorar lo que hizo el 30 de diciembre de 2011, que para mí fue lo más parecido a que un elefante entrara en una cacharrería, ahora estamos en 2017 y este país no es el mismo. Algún mérito tendrá el señor Montoro pero también lo tienen los esfuerzos que han hecho los ayuntamientos para ser las únicas administraciones públicas del país con superávit. Hay que reconocer este esfuerzo y obrar en consecuencia.

—Al parecer, el estado de las cuentas de Vila es muy bueno y en 2018 finiquitarán la deuda que mantienen con las entidades financieras. Además, usted siempre remarca que los vileros son unos excelentes contribuyentes. ¿Por qué no les dan un respiro y bajan los tributos municipales?
—Porque los tributos que tenemos en Vila están en el promedio de las ciudades de nuestro tamaño, no tejemos en una sobretributación. Hay ciudades que en su día tuvieron que pegar palos con determinados impuestos y tasas y aquí no hizo falta. Vila es una ciudad con 50.000 habitantes empadronados pero damos servicios a muchos miles de personas más cada día del año y no digamos en verano, por lo que tampoco podemos darnos según qué alegría. Hay tasas que podríamos plantearnos subir, como la de recogida de basuras, que nos genera algún tipo de déficit, y no se está planteando porque lo podemos asumir. Se ha hecho un pequeño ajuste para los grandes productores de residuos pero que no afecta a los comercios ni a los ciudadanos.

—¿La ley de capitalidad está en un cajón?
—Se está trabajando en varias líneas: en la actualización de los datos del estudio de capitalizad que se hizo en 2010 y se empezará a trabajar en la redacción de un proyecto de ley de capitalidad. Ya sabemos cómo es la dinámica parlamentaria de esta Comunitat, habrá mucho que pelear, pero sabemos que la presidenta Armengol cree en ello. Que somos la capital de la isla es indiscutible y sólo hay que ponerlo negro sobre blanco. Pelearemos por tener una dotación económica que nos permita hacer frente a los gastos que tenemos por asumir servicios públicos supramunicipales porque cuando hay que ceder un espacio para el hospital, ¿quién lo cede? El Ayuntamiento de Eivissa. Esto requiere un cierto reconocimiento económico además de la palmadita en la espalda. Pelearemos por conseguir lo máximo posible y estamos dispuestos a acompasarlo en el tiempo. Esperamos que la ley de capitalidad se apruebe en esta legislatura.

—Entre los proyectos más importantes para el año que viene figura el Centre d’Acollida Municipal en s’Eixample Nou, que tiene una fortísima oposición vecinal. ¿No hay vuelta atrás? ¿Se va a llevar a cabo sí o sí?
—Creo que este lugar es el que reúne las mejores condiciones de acuerdo con el criterio de los técnicos de Benestar Social. Está en el centro de la ciudad y el perfil de usuario de este centro es el de una persona absolutamente normalizada que está pasando por un momento amargo en su vida y la ciudad tiene que estar a su lado. Estas personas no crean ningún problema de convivencia ni de integración social; son personas mayores que han tenido una operación y no tienen un lugar donde estar o personas que se ha roto su pareja y buscan un sitio donde vivir. La ciudad se merece un sitio mejor que el actual Centro de Acogida Municipal. Los vecinos verán que no es lo que algunos les han contado. ¿Que es una infraestructura que nadie quiere al lado de su puerta de casa? Es opinable. El concejal de Benestar Social ha estado en diferentes sitios donde este tipo de centros están al lado de colegios y plazas públicas donde la vida se desarrolla de manera normalizada. Puedo entender que haya gente asustada pero les pido confianza porque no se trata de fastidiar a nadie sino de ayudar a personas que lo necesitan. Cáritas, que lidera la Mesa de Exclusión Social, está detrás de este proyecto y quiero agradecérselo y nos ratifica que el proyecto es bueno.

—¿Cree que este asunto puede perjudicarles en las próximas elecciones?
—La pregunta que uno debe hacerse cuando tiene un proyecto sobre la mesa es: ¿Este proyecto es bueno para la ciudad? Yo no tengo la más mínima duda de que el proyecto es bueno para la ciudad. Pues hay que hacerlo a pesar de que exista una cierta oposición vecinal, que hay que reconocer que existe. Si alguien en función de esto quiere votar a otra fuerza política está en su derecho.

—El proyecto estrella de este año ha sido la reforma de Vara de Rey. ¿Están satisfechos con el resultado final?
—¿Cuántas críticas le han llegado en la última semana?

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—Ninguna, que recuerde.
— Pregúntemelo el año que viene. Es una obra que se decidió con un concurso de ideas y que tiene la dimensión perfecta en cuanto a su presupuesto y el impacto que tiene en la ciudad. Pocas cosas más espectaculares que convertir un espacio tan emblemático como Vara de Rey en un lugar maravilloso como es ahora. Estoy seguro que los lectores de su periódico pasean por allí y ya no se acuerdan que pasaban autobuses por la acera norte. ¿Ahora qué oyen? Conversaciones, pajaritos o nada. Ahora ya nadie se acuerda de Tur de Montis, que fue el que hizo la primera gran obra en Vara de Rey en los años 50 y dentro de 30 años nadie se acordará que fue Rafa Ruiz quien hizo esta obra.

—Se ha criticado que hayan utilizado dinero del Consorcio Patrimonio de la Humanidad para llevar a cabo esta obra mientras zonas como la necrópolis de Puig des Molins sigue necesitando mejoras.
—El Consorcio lo crea esta ciudad para gestionar inversiones en los bienes patrimonio de esta ciudad y su área de influencia, definida en la declaración Patrimonio de la Humanidad. Todo el dinero del Consorcio se ha destinado a obras en la zona directamente patrimonial o en su área de influencia. Hay otras administraciones que son titulares de bienes declarados Patrimonio de la Humanidad, como el Ministerio de Cultura con la necrópolis de Puig des Molins y no veo a nadie que llame al ministro para que preguntarle cuándo arregla la museización o las rutas. No llegamos para nuestras cosas como para tener que tengamos que arreglar también las del vecino. En los últimos quince años hemos arreglado todos los baluartes y sólo nos queda es Revellí y ya hemos contratado el primer estudio de catas para ver qué se puede hacer allí. Vara de Rey, como sa Penya, está dentro del área de influencia de la zona Patrimonio de la Humanidad. Si alguien quiere apuntarse al Consorcio, que pida una modificación de los estatutos y que ponga dinero.

—Déjeme preguntarle por la limpieza porque la nueva contrata empezó a trabajar hace casi un año y medio y sigue siendo uno de los puntos débiles de la ciudad, según refleja una encuesta que ustedes han iniciado en el portal de participación. ¿Cómo piensan revertir la situación? ¿Creen que es un problema más de incivismo que de falta de recursos de la empresa de limpieza?
—La ciudad está más limpia que hace un año y medio pero no está como a nosotros nos gustaría. La actualización de medios técnicos que ha hecho esta contrata ha conseguido cosas. Se ha hecho un trabajo muy intenso en la limpieza, en la mejora de la recogida y en la vía sancionadora, porque se concentran determinados comportamientos en lugares muy concretos ya no es una cuestión del servicio de limpieza sino que determinados negocios o particulares tiene un comportamiento incívico. A mi juicio, el pliego que se trajo en su momento era en su momento, dimensionado a la baja para las necesidades de esta ciudad. Hay momentos, sobre todo en temporada, que por el contrato que tiene la concesionaria no se le puede pedir más. Si tiene presupuestado una limpieza diaria por la calle y hay zonas que requieren una pasada por la tarde, tendría que estar en el pliego y no está. Al concesionario se le puede exigir hasta cierto punto, y hasta allí se va a tope. Los técnicos de Medi Ambient trabajan muchos en el seguimiento de las rutas y las frecuencias establecidas, por lo que yo sé se cumplen a rajatabla y quizás habrá que plantearse ampliar algunos servicios porque el pliego es evidente que es insuficiente.

—¿Se puede hacer técnicamente?
—Hay limitaciones para hacerlo pero técnicamente se puede hacer. Después de este verano se iba a saber cómo había funcionado esta contrata porque el primer año aterrizaron a mitad de junio. hay una empresa contratada para hacer un seguimiento de frecuencias y calidad de limpieza. con todo eso se tendrán que tomar decisiones en un momento, no todas las que nos gustarían pero lo que no haremos es resolver este contrato y hacer una nueva licitación y quedarnos tres años más en precario.

—Otro de los puntos negativos de la ciudad es la movilidad y, concretamente, la falta de aparcamiento. ¿Habrá alguna actuación en 2018 para paliar este problema?
—La movilidad urbana es uno de los problemas clave de esta ciudad, en la que el protagonista debería ser el ciudadano y no los vehículos. Tenemos una trama urbana complicada, con muchos edificios sin parquin propio y hay que hacer una reflexión importante. Creo que este gobierno ha multiplicado las plazas de parquin disuasorio y se trata de tomar medidas para que haya menos coches en la ciudad. Se va a experimentar mucho y en muchas líneas para encontrar la clave de, por ejemplo, si vienes de Sant Antoni veas en un cartel antes de entrar a la ciudad que no vas a encontrar aparcamiento.

—¿Por qué no han pospuesto los cambios de sentido en las principales avenidas de la ciudad? ¿No están seguros?
—Porque, en contra de lo que dicen algunos en el pleno, escuchamos lo que nos dice la gente y los partidos. Se han despertado dudas, algunas razonables. El propio Consell nos planteó alguna duda sobre la afectación que tendrían sobre la circulación en las rotondas y se decidió complementar los estudios que se habían hecho con datos de temporada alta y con otros más amplios que contemplaran la movilidad no sólo en la E-10. Nos están llegando estos datos ahora y es posible que se haga algún ajuste en el proyecto.

—¿Y del Cetis, qué me cuenta?
—El Cetis se va a abrir pronto. Las obras están a punto de terminar y las tarifas irán a pleno. El Consell está trabajando en el movimiento de las líneas, cuáles deben ir dentro y cuáles fuera de la estación. Falta la aprobación plenaria de las tarifas, que van a ir al pleno de noviembre, en la línea que se pactó con el Consell y luego falta el visto bueno a las obras que se han hecho.

—Los diferentes gobiernos que han pasado por la ciudad han intentado, sin demasiado éxito, mejorar sa Penya. ¿Qué planes tienen para que el barrio deje de ser un gueto y los ibicencos vuelvan a vivir allí?
—La ciudad tiene que dedicarle cariño a un barrio que lo necesita. Y este cariño se demuestra con actuaciones como el desalojo de una manzana donde se concentraban muchos de los problemas del barrio, con el centro artesanal de sa Pedrera, con el programa que ayuda a niños con problemas de escolarización, con la Casa Broner o ganando espacio a personas que pretenden hacer el barrio inhabitable. No creo que sea un gueto hoy, sí que es un barrio con una problemática particular que no se arregla sólo con la policía o con Benestar Social. Poco a poco se irá ganando espacio a la gente que quiere que sa Penya no sea un barrio más de la ciudad.

—¿Le molesta que digan de usted que es el alcalde en la sombra?
—La gente puede decir lo que quiera porque el alcalde es Rafa Ruiz, que es un excelente alcalde y tengo la suerte de que confía en mí. Estoy encantado de trabajar con él y creo hay gente que utiliza esto para intentar crear una cuña en el equipo de gobierno, como pasa con el PSOE y Guanyem, intentando que determinadas diferencias, que las hay, se conviertan en casos y esto no va a ocurrir. Sé cuál es mi posición en el Ayuntamiento, estoy contenta con ella, soy muy feliz trabajando aquí y mientras él quiera, trabajaré con él.