El aparcamiento de ses Variades, en Sant Antoni, sigue mostrando la misma imagen que meses anteriores. Entre bolsas de basura, cristales, excrementos y hierbajos cada día cruzan este recinto decenas de padres que llevan a sus hijos al colegio Cervantes. «Está todo hecho un desastre, pero no es nada nuevo. Lo peor es que con el calor el olor se acentúa y llega hasta el patio del colegio», dice Elena, abuela de una pequeña a la que viene a recoger cada día cuando termina las clases. «Hace poco ví a una muchacha con una caja recogiendo la basura que veía, pero lo hacía por su cuenta», explica. Y es que Elena sabe que esta zona lleva descuidada mucho tiempo «a pesar de todos los planes que tenían para hacer aquí. Antes ponían el circo y ahora ni eso».

A escasos metros de una de las entradas con las que cuenta el aparcamiento está Juan con sus dos perros. «Atravieso la zona de pasada y tengo que estar muy pendiente de que no coman nada que haya en el suelo porque no me quiero ni imaginar lo que se pueden meter en la boca», dice al tiempo que recuerda que, en alguna ocasión, sus perros han vomitado después de comer «a saber qué». A este vecino de Sant Antoni también le preocupa la basura que acumula el recinto «porque hay muchos cristales y hierros escondidos con los que nos podemos cortar, los perros y nosotros».

Muchas de las quejas se enfocan en el servicio de limpieza. «No sé si este solar es del Ayuntamiento o si es privado, pero no puede ser que vacíen los contenedores de la acera y no recojan la bolsa que está dentro del recinto a menos de un metro», se queja Adelina. «Es curioso que insistan en hacer actividades aquí tal y como está todo. A mí me daría vergüenza hasta proponerlo», señala esta vecina que tampoco le quita la culpa al resto de personas que se acercan aquí. «Si alguien viene, tira sus cosas y se va sin recogerlas, no podemos hacer nada. Tenemos una edad para saber si actuamos bien o no. Desde mi punto de vista es un problema de educación».

La suciedad del aparcamiento se queda en un segundo plano si preguntamos a los vecinos de la zona por la seguridad de este. «Por la noche evito pasar por aquí porque no me gusta nada, está muy oscuro y, a veces, da hasta miedo», cuenta Cecilia que dice que «por todos es conocido los problemas de drogas, botellón y prostitución que hay».

Una realidad que se acentúa en los meses de verano y que crea malestar entre todos los transeúntes. «Lo sorprendente es que si te alejas un poco, no demasiado, y vas a la zona de los bares y restaurantes, todo está mucho más limpio y el control es mayor», dice Samuel. Aún así, es consciente de que el barullo de gente desaparecerá en las próximas semanas y espera que, a partir de ese momento, «la zona vuelva a tener un aspecto saludable que no avergüence a quien la visite».

EL DETALLE

Una decena de caravanas ocupadas están estacionadas en ses Variades

Varias autocaravanas han encontrado en este aparcamiento su lugar de residencia. Los casos varían; mientras unos aparcan temporalmente, otros deciden alargar su estancia. Es el caso de un hombre que asegura llevar diez años en la zona «por culpa de la situación actual en la que nos encontramos». «No estamos acampados, así que no nos pueden decir nada. No molestamos y pagamos impuestos como el resto», señala. Él mismo se encarga de adecentar los alrededores del espacio que ocupa porque «solo hay que ver cómo está todo».

Entre las caravanas estacionadas ahora en el recinto hay una que está abandonada desde el pasado 4 de agosto cuando se encontró el cadáver de un británico en el interior. De momento, nadie sabe quién tiene la responsabilidad de retirarla, pero los vecinos piden «que sea lo antes posible». Además, furgonetas y coches sirven de vivienda en esta zona para quien no puede permitirse algo mejor.