Este fin de semana el aeropuerto de es Codolar tiene programados un total de 494 vuelos, entre llegadas y salidas, que desplazarán a más de 77.000 pasajeros. Una cifra que lejos queda de los números registrados en los meses de julio y agosto, pero que sigue permitiendo que haya movimiento turístico en la isla. «A partir del 6 de noviembre bajará el número de personas en los vuelos, pero este invierno estará bien porque hay más frecuencias, por ejemplo, a Madrid», señala una trabajadora de Vueling. Aún así, las opiniones entre empresarios y trabajadores del sector servicios siguen siendo dispares. Mientras unos consideran que la temporada ha sido buena, otros se aquejan de una facturación menor que la de ejercicios anteriores.

«Está haciendo muy bueno y se ve mucho extranjero», dice la trabajadora de una pequeña tienda de Dalt Vila. «El problema es que ayer cerró el último bar que hay aquí y esto ahora se queda muerto», explica al tiempo que no entiende cómo «no hay nada abierto durante todo el año para la gente que nos visita». La isla cierra la temporada y, con ella, bajan la persiana cientos de negocios que no abrirán sus puertas hasta que llegue Semana Santa. «Quizás ni eso porque para abrir cinco días y que casi no haya gente no merece la pena», dicen en un restaurante del puerto de Ibiza.

Temporada atípica que sale de lo común en la rutina a la que estaba acostumbrada Ibiza. «No ha ido del todo mal, pero las cuentas no salen», dicen en una tienda de abalorios del centro. «Nosotros no sabemos si vamos a abrir el año que viene o vamos a tener que hacer un traspaso porque nos cuesta llegar a fin de mes pagando a todos nuestros empleados», dicen en otra.

Las frecuencias de los autobuses tampoco son las mismas; se han visto reducidas con el descenso del turismo y eso condiciona las visitas. «Hay menos gente, sí, pero el que llega también tiene derecho a poder coger el autobús sin tener que esperar una hora», critica un turista en el aeropuerto. Y es que en su caso ha tenido que pagar un taxi para poder conocer algunos rincones de la isla.

«La zona de Platja d’en Bossa ya está casi muerta, Sant Antoni más de lo mismo y, aunque en Ibiza todavía hay algo por el día, por la noche no se puede casi alternar», dice una taxista. «Los empresarios están mentalizados en hacer la temporada fuerte y luego cerrar unos cuantos meses para descansar», añade sin olvidar que «un día el turismo se cansará».

Por su parte, a los chiringuitos les queda una semana de vida y puede ser que las buenas temperaturas se vayan con ellos. Será ahí cuando Ibiza se relaje y la oferta turística decaiga hasta el próximo año. «Mientras tanto tenemos que aprovechar y estirar lo que podamos, luego ya tendremos tiempo para lamentarnos», dicen unos camareros.