Punta de sa Pedrera, en Port des Torrent, cuenta con tres urbanizaciones habitadas durante todo el año y otras dos que no han sido acabadas y en las que, a día de hoy, viven ‘okupas’. «Yo casi que lo prefiero, porque así por lo menos cuidan la zona», dice Enrico, uno de los vecinos que lleva dos años viviendo en una de las urbanizaciones.

Y es que, la degradación que sufre esta zona del municipio de Sant Josep es cada vez es más patente: escombros, preservativos, cristales, coches abandonados y un largo etcétera que dificulta la vida de los allí residentes. «A esto se le suma que no tenemos alumbrado, hay farolas, pero nunca están encendidas», puntualiza Enrico, que dice que, en invierno, sale a pasear a su perro con un frontal en la cabeza. «Cuando hay luna llena, el paseo que le doy es más largo porque hay más luz», bromea. La misma queja la tiene Irene que lleva seis años residiendo en esta zona con su familia. «Tengo tres perros y un niño pequeño y salir de casa es una aventura», asegura. La realidad es que la puerta principal de su casa da directamente a una carretera cuya señalización prohíbe a los vehículos superar los 20km/h, «pero nadie lo cumple, van a 60 o 70km/h». Por ello, los vecinos piden que se pongan badenes que frenen la velocidad de los coches que ya les han ocasionado más de un susto. «Con el niño me he llevado sustos gordos, casi de infarto. Un día iba con él de la mano y vino un coche tan rápido que subió la rueda al bordillo...», dice Irene que es consciente del atropello de gatos y perros en esos viales. El problema, para los vecinos, es que las aceras tampoco son seguras. «Están llenas de agujeros y hemos tenido que poner tablones encima para taparlos», señala Enrico. A las aceras llenas de hierbajos, el alumbrado y las carreteras se suma el problema de las basuras. «Pagamos unos impuestos para que la zona esté bien y tenemos que ir en coche a tirar la basura porque los contenedores están lejísimos y aquí no tenemos ni una papelera», denuncia Irene. Piden, aunque sea, pequeñas papeleras para que no tengan que llevarse los excrementos de sus mascotas de vuelta a casa.

El plan hace unos años para esta zona difiere mucho del actual. La idea de su primera propietaria era, además de construir las urbanizaciones, hacer un puerto deportivo. Para ello, se vallaron los alrededores, pero fue embargada por Solvia, el proyecto no se llevó a cabo y las vallas se han quedado ahí, oxidadas y tiradas en algunos puntos de la urbanización. «Esto también es un problema, te cortas y tienes que ir directamente a urgencias», señala. Esta joven asegura que Punta de sa Pedrera es un «vertedero» en el que te puedes encontrar «de todo» y que cuenta con la ayuda de un grupo de limpieza voluntario. Sin ir más lejos, asegura que el año pasado sacaron hasta 33 sacos industriales de basura y escombros. Entre esa basura se encuentran desde enero dos coches abandonados a los que la Policía Local puso la pegatina de ‘abandonado’ en abril, «pero siguen aquí tirados», denuncia Enrico.

En definitiva, los vecinos son conscientes de que no viven en Talamanca, como ellos mismos dicen, pero quieren preservar la naturaleza de la zona en la que viven, zona que eligieron por el «espectacular paisaje» que les ofrece cada día. Este es el motivo principal por el que han enviado numerosas peticiones a través de la aplicación Línea Verde del Ayuntamiento «pero no hemos obtenido respuesta nunca».

«El problema es que al final uno se acostumbra. Pasamos cada día por aquí y lo vemos normal, pero no se trata de eso», matizan al tiempo que señalan que llevan tanto tiempo sufriendo esta situación que no saben si tendrá solución.

Ayuntamiento

Desde Sant Josep aseguran que se trata de una urbanización privada que «no está recepcionada» por el Consistorio por lo que «la responsabilidad sería de la propiedad de la urbanización.

EL DETALLE

Los vecinos se quejan de que Punta de sa Pedrera sea un vertedero

«La gente viene con el coche, tira la basura donde pilla y luego se van», señala Irene que asegura que en la zona hay numerosas montañas de basura y escombros. Además, dice que sus calles se han convertido en un «picadero» al que acuden jóvenes cada noche. «Yo también he tenido 20 años, solo pido que recojan cuando se van. Llegan con el ‘kit’: hamburguesas y preservativos que siguen aquí a las 12 del mediodía». Lo que más pena le da es que las vistas a los embarcaderos queden dañadas por la mala imagen de la suciedad.

EL DETALLE

La suciedad en las urbanizaciones ha provocado intoxicaciones

«Tenemos un problema con las intoxicaciones de los perros porque viene mucha gente aquí de botellón, a fumar porros... y luego tiran los restos al suelo y a ciertos perros el olor ese les gusta mucho y se lo comen», señala Irene al tiempo que dice que uno de sus canes ha visitado hasta en cuatro veces la sala de urgencias del veterinario por este motivo. «Se pensaban que tenía un problema en el hígado, pero era por comer porros o las heces de una persona que había consumido», señala.