Las nueve personas con discapacidades físicas y psíquicas que ayer disfrutaron de su jornada de talasoterapia (método de terapia que se basa en el uso de diferentes medios marinos, juntos o por separado como agua de mar, algas, barro y otras sustancias extraídas del mar y del clima marino como agente terapéutico) son usuarios de la residencia de Can Raspalls que acudieron a las instalaciones del Club Náutico de Ibiza en Talamanca con personal de la institución, una monitora, una fisioterapeuta, una auxiliar y un terapeuta ocupacional, además del personal propio de la iniciativa avalada por el Club Náutico de Ibiza. Más instituciones y asociaciones de la isla se benefician de estas jornadas de ‘Un mar de posibilidades’, que atienden cada verano a unas 300 personas.

El director de esta iniciativa, Pedro Cárceles, comentó que es «un gran puzzle en el que todas las piezas encajan para poder realizar estas jornadas», que no serían posible sin la inestimable aportación de los patrocinadores y entidades que apuestan por el proyecto como son el Club Náutico de Ibiza, Obra Social LaCaixa, Fundación Abel Matutes, Valoriza NA y el apoyo del Consell y de todos los ayuntamientos de la isla que también hacen su aporte, por ejemplo, poniendo a disposición instalaciones adaptadas.

El día de ayer tenía todo lo necesario para hacer de él una mañana especial. Comenzó con taller de pintura corporal, un trabajo de reconocimiento del cuerpo y de las sensaciones. Continuó con un paseo por la playa y por pequeños circuitos de desarrollo motriz, reflexología y masajes de pies a la orilla del mar con el fin de que se relajen y disfruten de la naturaleza tampoco faltaron. La estrella de la mañana fue sin duda la plataforma de hidromasaje, que es arrastrada por una pequeña embarcación, en la que se pueden subir sillas y sillas de ruedas adaptadas para que los usuarios puedan bañarse en el mar, dar un pequeño paseo por el agua de la bahía y beneficiarse de sus propiedades.

‘Un Mar de posibilidades’ se realiza de mayo a octubre y lleva 14 años en acción, en el que beneficia a unas 300 personas cada verano y que se inició con 6 niños de la ONCE de la mano de Pedro Cárceles «con el fin de acercar el mar a todas las personas y utilizarlo como una herramienta de trabajo» y que actualmente es llevado adelante por un equipo de unas 6 personas. «Es mi trabajo y es una maravilla. Todos los días se producen milagros aquí. Siempre suceden cosas impresionantes, sólo hace falta ver con la cara que vienen y con la que se van», comentó Cárceles. Tantos años dando vida a este proyecto le dan a Pedro la posibilidad de crear un vínculo con los usuarios basado en la confianza, tan importante para ellos. Por ejemplo, con Joaquín: «Con él llevo 13 años, él se fía de mí para meterse en el mar y eso es genial. Así puede disfrutar de lo importante que es la naturaleza».

Sandra Marí, la fisioterapeuta de Can Raspalls que los acompañó, comentó que «cada semana venimos con 9 pacientes y todos están locos por venir. Las propiedades que nos brinda el mar lo hacen un medio genial, por ejemplo, pacientes que no se pueden poner de pie... el mar nos permite poder hacerlo. Ellos se mueven más fácilmente y los relaja mucho, los músculos se relajan mucho y nos permite trabajar mejor. Incluso, para los pacientes que están internos es una actividad que les gusta mucho». Irene, Guille, Charlie, Luisa, Toni, Ana y muchísimos más están infinitamente agradecidos.