Sant Antoni ha pasado de ser un antiguo poblado de campesinos y pescadores para convertirse en uno de los principales centros turísticos de la isla. Con la puesta de sol como sello personal y la comodidad de tener la playa a ‘tiro de piedra’, este municipio sigue siendo uno de los más frecuentados por los miles de turistas que visitan cada día la isla. Aún así, la situación ha cambiado respecto a temporadas anteriores y los empresarios lo notan a final de mes «cuando las cuentas no cuadran», dicen. Aun manteniendo los mismos precios que en la última década, «las compras por parte del visitante han caído hasta un 50%», aseguran desde un restaurante del centro de Sant Antoni de Portmany.

«Este año vemos más gente en hoteles, beach clubs y en discotecas que por el paseo marítimo o callejeando», afirman varios empresarios que no entienden cómo no hay una regulación más estricta para los locales de ocio «que abren y cierran cuando les apetece».

Parece que lejos han quedado esas vacaciones idílicas en las que los turistas se perdían entre las calas, paseaban por la bahía y hacían sus compras mientras decidían en qué restaurante iban a hacer su parada. «El problema es que ya no hay mucho turismo de larga estancia, la mayoría vienen a pasar un fin de semana», dicen desde una oficina de rent a car en la que el alquiler tanto de coches como de motos ha caído notablemente.

Sant Antoni cuenta con más oferta que demanda y es difícil que esta ecuación satisfaga a todas las partes por igual. Y es que, la demanda cambia cada año y lo hace de la mano del turista, pero ¿cambia la oferta? Ibiza es un destino de moda en el que el turista gasta más de la media en lo que se considera un destino de ‘sol y playa’, pero quien viene de visita, cada vez más jóvenes, «quieren tener actividades diferentes sin tener que irse a Playa d’en Bossa», apuntan algunos empresarios.

Mientras Sant Antoni siga ocupando titulares por incivismo, peleas, drogas y alcohol, los comercios de la zona seguirán viéndose afectados por «este nuevo turismo que parece que no tiene educación y que ven en nuestro municipio el nuevo Magaluf», afirman tajantes en un bar del centro del municipio que más de una vez ha tenido que retirar a un turista «en mal estado» de la puerta de su local.