El actor Ramón Lillo en la terraza de un bar en Platja d’en Bossa. | MARCELO SASTRE

Ramón Lillo llegó a Ibiza en 1971 como inspector de policía agregado. Entonces solo pasaba dos meses en la isla hasta que se estableció de forma definitiva y desde entonces ha hecho su vida entre Ibiza y Madrid. Pasó de ser piloto a actor y de estudiar Derecho a trabajar para las fuerzas de seguridad del Estado, lo que le ha llevado a ser nombrado comisario honorario de Policía, entre otras cosas. En la entrevista que ha dedicado al PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA nos cuenta la serie de acontecimientos que le han llevado a vivir tan dispares vivencias y de su etapa actual.

— Háblenos de sus inicios
— Nací en Miajadas, Cáceres, y al ser mi padre maestro nos trasladamos a Madrid cuando tenía 15 años, donde descubrí mi pasión por volar e ingresé en la escuela militar de aviación de San Javier. Entonces el ingreso costaba 20.000 pesetas. Mi padre no podía permitírselo y para poder formarme de forma gratuita me enrolé como voluntario en el Ejército del Aire, donde fui campeón de tiro. Recibí un disparo que me rozó el oído, ‘nada’, la broma de un compañero y ese hecho me imposibilitó para volar. En la Escuela de Vuelo sin Motor de Monflorite, Huesca, aterricé una avioneta ‘de lado’; había perdido el sentido del equilibrio.

— ¿Y cómo llega al mundo del cine?
— Resultó que en Monflorite estaban realizando un rodaje y uno de los actores cayó enfermo. Como el actor era alemán, me cogieron por rubio. Ahí empezó todo. He perdido la cuenta pero desde entonces he intervenido en más de 300 producciones, entre series, películas y pequeños papeles. El último trabajo fue en la serie ‘El Príncipe’, dónde rodamos en Ceuta. Sin embargo, para mí la época que marcó un antes y un después en el cine fue cuando trabajaba con José Luis Garci, Alfredo Landa o Javier Elorrieta, un hermano para mí, se ganaba muy bien entonces. Garci es un monstruo, le conocí en la película ‘El crack’ y he trabajado para él en otras como ‘Luz de domingo’ o ‘Holmes & Watson. Madrid days’. Principalmente he interpretado personajes policíacos y he hecho mucho de malo, algo que me gusta.

— Sus comienzos como actor coinciden con su llegada a Ibiza. Háblenos de esa etapa de su vida.
— Aquí se hacía sobre todo cine alemán e italiano, alguna española, pero poco. Entonces los contratos eran a un par de películas por año. Ahora es sobre la marcha, empiezas una serie y no sabes si la vas a acabar. La Ibiza que yo conocí en los 70 era aquella donde solo habían cuatro clubs nocturnos. Era la época de Pacha, de Xaloc en FigueretEs y poco más. Ahora reconozco que estoy desorientado, si es bueno o malo, no lo sé. Pero Ibiza siempre me ha encantado y ahora no la reconozco.

— Ha sido nombrado recientemente comisario honorario de Policía. ¿Cómo llega a ese reconocimiento y a dedicarse a la profesión?
— A ser inspector de policía llegué a través de mi esposa, que lamentablemente falleció hace un año. Ella no quería casarse con un actor, por lo que empecé a estudiar derecho y comencé a trabajar para las fuerzas de seguridad del Estado si no, no se casaba conmigo. Empecé a trabajar en la Audiencia Nacional el año de su creación en 1977. En esta institución pasé por puestos que nadie quería hasta llegar a comisario jefe de la Unidad Policial de la Audiencia Nacional. Hasta hoy no he parado de trabajar, no he sabido hacer otra cosa. En la Audiencia fui uno de los funcionarios en inaugurar el gabinete antiterrorista. Por entonces, en el país habían unos 700.000 funcionarios y ahora más de 3 millones y todo se llevaba al día. Me pregunto cómo se les paga a todos ellos. Sobre el trabajo durante esta etapa, ‘a propósito se te olvidan las cosas’. Lo último que hice fue lo de Miguel Ángel Blanco, tras ello, me jubilé (en parte) y continué trabajando para el cine. Durante esta época conocí a eminencias del mundo de la justicia y la política. Tuve el placer de tratar con Josep Tarradellas, entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, a su llegada del exilio. Entonces las cosas se hablaban de persona a persona.

— Y ¿ahora?
— Ahora no se puede confiar en nadie. Estoy despistado en esta época. En cine he intervenido en algún capítulo de alguna serie actual y me pregunto: ¿de verdad esto lo ve la gente? Me siguen ofreciendo proyectos y puede que trabaje de nuevo con Garci en ‘El crack III’. Por lo demás, ahora mismo me levanto y digo ¿qué hago? Pagaría por tener algo que hacer. Sobre mi carrera pienso que los acontecimientos de la vida no suceden por casualidad, cuando se llega a un sitio hay intereses que tu no entiendes. En relación a la sociedad actual en el mundo del espectáculo pienso que este se adapta al público, se hace para eso. ¿Qué vale la sociedad? ¿lo que quiere ver?