La falta de trabajadores, tanto en el sector público como en el privado, es una de las principales amenazas a las que se enfrenta la isla de Ibiza a corto y medio plazo. Lo estamos viendo en los últimos meses en el aeropuerto de es Codolar, donde se suceden las huelgas de personal en diferentes servicios a pesar de que la terminal ibicenca es una de las más rentables del país.

Faltan, así mismo, agentes de las fuerzas del orden público y de tráfico para restablecer el respeto a las normas y disuadir de prácticas ilícitas que, un verano más, abundan en todos los rincones de la isla. También escasean los funcionarios públicos. Administrativos que agilicen los trámites burocráticos; inspectores que persigan infracciones en materia laboral o turística. Pero sobre todo falta personal sanitario. Médicos, anestesistas, enfermeros, auxiliares...

Esta semana hemos conocido que la lista de espera para intervenciones quirúrgicas en Can Misses se ha duplicado por la falta de anestesistas. Los organismos públicos deben hacer todo lo posible, y lo imposible, para garantizar este tipo de servicios básicos para la población y que, por otra parte, han hecho de España el ejemplo a seguir en materia de sanidad pública.

Es sin embargo una compañía privada de Ibiza la que está tratando de salvar la vida del mito del motociclismo Ángel Nieto. El laureado expiloto sufrió esta semana un accidente de quad en Santa Gertrudis que ha conmocionado al mundo del deporte y a buena parte de la sociedad pitiusa, con la que convive desde hace más de cuatro décadas.

Un día antes también relatamos a través de las páginas de Periódico de Ibiza la triste noticia de la muerte de una joven sudafricana de 30 años después de ingerir drogas en una conocida discoteca. Por desgracia, los sucesos se cuentan por centenares y cada día asistimos a accidentes de tráfico, aprehensiones de drogas y a nuevas modas –globos de la risa, alucinógenos como piel de sapo, etc– tan peligrosas como accesibles para los jóvenes que nos visitan. La sensación de descontrol e impunidad ante las infracciones y delitos es uno de los grandes males que padece la sociedad pitiusa. La popularidad que ha alcanzado la isla a nivel internacional y las buenas cifras turísticas deben servir para mejorar las condiciones de vida de los residentes y los servicios públicos, y no solo la oferta de lujo para los multimillonarios de turno.