La Ibiza más marinera, devota y orgullosa de sus más arraigadas tradiciones se echó ayer tarde a la calle, como cada año con motivo de la festividad de la Virgen del Carmen, para mostrar todo el fervor que sus gentes le profesan a la sagrada imagen de la bendita patrona de los marineros.

Los actos conmemorativos en honor a la Virgen del Carmen arrancaron a las siete de la tarde en la parroquia de Sant Elm, histórico enclave espiritual junto al puerto de la ciudad, en la que desde hace más de cinco siglos siempre ha existido una innata devoción de antiquísima raigambre de fe mariana por parte de los marineros y pescadores que tradicionalmente han estado ligados al barrio de la Marina.

La santa misa del día de la patrona de los marineros, que contó con la intervención de las armónicas voces del Coro Ciutat d’Eivissa, fue oficiada por Vicente Juan Segura, obispo de Ibiza y Formentera, quien destacó en su homilía a los fieles que «la Virgen encarna a la perfección el hecho de ser hijos de Dios. A través de la Virgen recibimos a Jesucristo en la tierra. Es la madre que nos ampara a todos en la tempestad y en la bravura del mar de la vida porque ella es un baluarte de Dios».

Finalizada la eucaristía, al son de la Banda de Cornetas y Tambores de la Hermandad del Cristo Yacente, la hermosa talla de la Virgen del Carmen fue izada en volandas al cielo por los costaleros de la Cofradía de la Piedad y del Cristo Yacente para que se reuniera con todos sus fieles en un vistoso recorrido que surcó un mar de cabezas por las calles José Verdera y de la Virgen hasta arribar a las escaleras que comunican con las dársenas del puerto, donde la esperaba ya una multitud de personas que no quisieron perderse detalle del momento en el que la imagen de la patrona del mar fue subida a bordo del Charpat II, una embarcación de pesca de la Cofradía de Pescadores de Ibiza, que hizo las veces de altar para que la Virgen del Carmen partiera en su tradicional procesión marina hasta más allá de la bocana del puerto, donde se procedió a realizar una emotiva ofrenda en la que se entregó a las aguas del Mediterráneo una corona de laurel en memoria de todos los fallecidos en el mar.

Alberto Cervera, ayudante naval en Ibiza de la Armada Española, señaló a este respecto que «esta ofrenda, que se hace de manera conjunta entre un representante de la Cofradía de Pescadores y otro de la Armada, es un acto que está cargado de sentimiento porque con él presentamos nuestros respetos y nos acordamos de todas aquellas personas de las cuatro marinas (recreativa, de pesca, mercante y de la Armada) que han perdido sus vidas en el mar».

Cumplida con absoluto sentimiento dicha tarea, la patrona de los marineros regresó a puerto para volver a repartir su bendición abriéndose de nuevo camino entre el gentío, como un inmaculado y luminoso mascarón de proa en el crepúsculo, en su lenta recogida hacia la parroquia de Sant Elm.