La temporada turística no ha empezado con buen pie en el barrio de la Marina de Vila. La primera quincena ha sido «nefasta», en palabras del presidente de Ramón Cabello, presidente de la Federación de Comerciantes la Marina-Puerto de Ibiza, y la recta final del mes «un poco mejor pero a rachas». «En los últimos años las ventas iban ascendiendo año tras año pero este mes de mayo estamos haciendo las cajas que hacíamos en el año 2012 en una campaña que nos habían dicho que iba a ser muy buena», afirma Cabello.

Basta darse una vuelta por las calles de la Marina y por el puerto para comprobar que no hay tantos turistas en la calle como otros años. «Es la una y cuarto del mediodía y todavía no he vendido nada. La gente viene en coche y, después de dar unas cuentas vueltas, se va sin bajar del coche porque no encuentran aparcamiento», señala Marián Arias, dependienta de la tienda Elena Estaun, quien advierte de que, para estar en mayo, «la ciudad está muy tranquila».

Restricciones excesivas

Las restricciones en los accesos a la Marina son otra de las quejas de los propietarios de los negocios. Una barrera impide entrar a los vehículos desde las 6 de la tarde hasta las 2 de la mañana, con un horario de carga y descarga de 7 a 11 y de 16 a 18 horas. El presidente de la federación de comerciantes asegura que el año pasado la entrada de vehículos era más permisiva, mientras que ahora «hay broncas diarias entre comerciantes y repartidores por encontrar un aparcamiento» porque el horario es más limitado y todos coinciden al mismo tiempo. «El Ayuntamiento debería tener en cuenta si la solución que proponen funciona o si, por contra, está generando más problemas», opina Cabello.

Desde el Consistorio de Vila sostienen en cambio que las restricciones de tráfico en la zona son «exactamente las mismas que otros años para favorecer el aparcamiento a los residentes del barrio». Además, aseguran que el departamento de municipal de Movilidad se ha reunido en varias ocasiones con los comerciantes de la zona y «no constan peticiones que no se hayan atendido recientemente».

A pesar de los argumentos del Consistorio, las quejas entre los dueños de los locales continúan sucediéndose. Cristiano Masini, propietario de un restaurante ubicado en la calle Comte de Rosselló, comprobó cómo le instalaban sin previo aviso y pegada a su terraza una caseta donde, teóricamente, se debe instalar el vigilante que levanta y baja la barrera de acceso pero que, de momento, está vacía.

Después de retrasar la apertura de su restaurante hasta después de Semana Santa por las obras de peatonalización en la calle donde se encuentra su negocio, lamenta que ahora la caseta afecte negativamente a su negocio porque tapa las vistas que sus clientes contemplaban hasta ahora desde las mesas de la terraza.

«Cada semana hay un problema nuevo y no consigo remontar. Estoy desesperado porque estamos en plena temporada y, cada día que pasa, perdemos dinero», afirma Masini, quien añade que, a todos estos problemas, en Comte de Rosselló se suma además la molestia de las inacabables obras que todavía siguen a finales de mayo.

Capítulo aparte merece también los problemas relacionados con la limpieza en el barrio, especialmente por la presencia de colillas en el suelo que, según la federación de comerciantes, «no se recogen» y el estado de los contenedores soterrados de la fachada marítima cuyas puertas, en algunos casos, están descolgadas o atadas con un simple alambre para que no se abran.

LA NOTA

Aparcar coches y motos en Vila, misión imposible

Con la peatonalización del centro de la ciudad y la eliminación de unas 200 plazas de aparcamiento, estacionar el coche en Vila es, ya a estas alturas del año, casi un milagro. El aparcamiento disuasorio más cercano, el de es Gorg, está lleno desde primera hora del día, lo que hace que mucha gente deje el coche en casa y vaya al centro en moto. Sin embargo, tampoco es fácil aparcar los vehículos de dos ruedas en la Marina, por lo que muchos conductores optan por dejarlas encima de las aceras o los pasos de cebra. Los comerciantes del barrio critican que el Ayuntamiento de Vila no ofrezca alternativas que compensen la pérdida de aparcamientos.