Iván Sanz Ramada (Valencia, 1983) es profesor de clarinete del Conservatorio de Ibiza y Formentera desde el 2008 y como director de este centro lleva desde el 1 de julio de 2016. Sanz ha desvelado el estado en el que se encuentran estas instalaciones que arrastra problemas de infraestructura y mantenimiento, pese a que se trata de un edificio que se construyó hace seis años.

—¿Por qué ha dado a conocer ahora el estado en el que se encuentra el Conservatorio?
—Sabíamos desde el primer día que estamos aquí, en el año 2011, que había problemas pero no tenía esa potestad como profesor. Es verdad que he estado en el consell escolar y he reivindicado que se debería de hacer fuerza de cara a la Conselleria y nunca se ha hecho nada. Mis compañeros y yo decidimos que ya estaba bien de quejarse y nos presentamos como cargos directivos. A partir de ahí lo que teníamos que hacer era dar la cara, no podíamos esconder todo esto. Cuando te metes a director presentas un proyecto y una de nuestras responsabilidades era luchar para mejorar el Conservatorio.

—¿Era el equipo consciente de que había problemas?
—Éramos conscientes de que había problemas pero no imaginábamos que había tantos. Cada día salen cosas nuevas.

—¿Qué es lo que más le ha sorprendido?
—El tema de las instalaciones, exageradamente. Con las goteras tuvimos que cerrar unas audiciones en el auditorio y, a raíz de nuestras reivindicaciones, se pidió un informe al arquitecto y a un ingeniero técnico en los que te das cuenta que aún hay más problemas de los que sabíamos. Hace días, por ejemplo, Aqualia me dijo que teníamos un contador antiincendios, como todos los centros, y me encuentro que estaba el contador pero la tubería estaba cerrada. No sabíamos que existía el contador. Funcionamos, además, con una balsa antiincendios y la sorpresa que tuvimos el 1 de julio del año pasado es que vino la empresa y me dice que si hay un incendio no van las mangueras porque se rompió la boya. Tiene que haber un contador antiincendios pero la tubería está cerrada y me reclaman un contador. ¿Cómo puede ser que estos problemas no se hayan solventado en estos seis años?

—¿No tienen un servicio de mantenimiento?
—De hecho muchas de las cosas que se están reparando la hacemos nosotros con el personal de limpieza que es un poco manitas. Hacemos de todo. En temas de seguridad no sabemos por qué pero faltan extintores. Además, partimos económicamente muy mal.

—¿La Conselleria d’Educació no asigna una partida a los centros?
—Sí, pero no se ha gestionado bien con anterioridad. Cuando llegamos había deudas en ciertos pagos, había facturas pendiente de pago de hace años, y ahora se ha estabilizado. Es verdad que para mantener este centro hace falta una partida económica muy alta.

—¿Qué deuda había pendiente?
—Unos doce mil euros cuando llegamos más otras facturas que salieron.

—Pero ya sabían que la situación era mala.
—De la situación económica nos enteramos semanas antes del cambio. El anterior director dijo que la situación económica no era buena pero cuando estas aquí te das cuenta de que es peor. Cuando se acaba un curso hay que rendir cuentas y cuando lo hicimos vimos lo que ’había’, entre comillas, porque después llegaron facturas. Nosotros tenemos un aplicación de la gestión económica, ECOIB, en que el ponemos las facturas que hemos pagado pero si no se introducen en este sistema no aparece y después llegaron unas cuantas más. La facturación de la luz estaba paralizada cuando llegamos. La Conselleria no era consciente de muchas cosas; había muchas facturas que no sabían que existía. En agosto, por ejemplo, cerramos el centro y bajamos el diferencial para ahorrar luz. Nuestra sorpresa fue que cuando regresamos vimos que el sistema de climatización funcionaba las 24 horas del día y descubrimos que había que desconectar manualmente el sistema y no por ordenador como se hacia, pero el colmo es que pagábamos por un sistema que no funcionaba. Tenemos, además, un termo que está conectado, gastando luz, a la zona de Danza que no se ha utilizado nunca. Encontramos otro conectado a la luz que no se ha usado. Le dijimos al Ibisec que la maquinaria no era normal. Hemos hecho un plan de ahorro pero sin quitar recursos. Eso nos ha permitido liquidar la deuda pendiente, ir funcionando e invertir en material para el centro.

—¿Pagaban la factura de la luz por dos termos que no se usaban y por la climatización que no funcionaba?
—Sí. Cada centro educativo tiene que tener contratado un mantenimiento del sistema de calefacción. Me exigían ese contrato pero cómo podíamos contratar con la deuda que teníamos y que me aseguren un sistema de climatización que está estropeado. De hecho, cuando vino el conseller d’Educació, Martí March, reventó una bomba. Es un sistema que desde que el día que se inauguró ya estaba con averías. Pedimos una auditoría a la administración pero nunca llegó.

—¿Cómo está actuando la Conselleria d’Educació?
—Se han comprometido a solucionar todo esto. He leído que el conseller dijo que prefiere un mal acuerdo a un buen pleito y eso me da que pensar que estarán pensando en llegar a un acuerdo con la constructora para solucionar esto, pero soy consciente de que mañana no van a venir a reparar esto.

—¿Educació ha sido siempre receptiva?
—Han sido después. Hablando con March dijo que no se imaginaba que estuviera tan mal. Nosotros somos jóvenes, llevamos poco tiempo y choca que venga una persona dos días y que diga cómo está si durante años nadie ha dicho nada.

—¿Se han sentido apoyados?
—Han dado la cara ahora pero han tenido mucha presión. Echo de menos la falta de confianza y lentitud en estas cosas. Cuando un director dice eso no has de esperar a que vengan los medios. Antes de que saliera publicado en la prensa, habíamos hecho varios escritos a la Conselleria exponiendo el problema que teníamos. De hecho, recuerdo por teléfono comentarles que la gente estaba nerviosa porque llegaba el frío y después hubo lluvias fuertes. Pensaban que era estrategia política pero no es eso, habíamos advertido del problema que había. Primero dijeron que era mantenimiento, que era cosa nuestra cuando llevábamos cinco meses. Si me hubiera callado, el responsable soy yo y entonces soy un poco cómplice de la situación.

—¿Cómo reaccionaron los padres ante la falta de calefacción o las goteras?
—Los padres son muy comprensibles. Había profesores que trajeron estufas y también compramos aparatos. Hay aulas que no se calientan ni con las estufas. Hubiera sido más complicado si fuera como en el instituto en el que los alumnos están cinco horas. Aquí vienen muchas veces una hora y se van.

—¿Cómo es la situación de las instalaciones?
—Cuando llueve hay aulas que se encharcan de agua. El auditorio está ahora un poco más seco pero cuando llovía era irrespirable por la humedad. Hay muchas aulas que no se utilizan. Cuando llegamos aquí hicimos un plan de ahorro de utilizar lo necesario. La parte de Danza está inutilizada porque no damos clases de Danza. En la reunión con el conseller hablamos de esto, de que se proyectó un edificio con instalaciones de Danza y no ponen los estudios. Lo más triste de eso es que vale mucho dinero y, además, se ha echado perder por las goteras porque todo el suelo está levantado. Cuando estaba tan mal el auditorio quisimos utilizar la parte de Danza para hacer audiciones pero cuando fuimos a cambiar el piano estaba levantado todo el suelo de parqué.

—¿Qué ha dicho el arquitecto que diseñó el edificio?
—El arquitecto vino aquí. Barría para su casa y decía que era mantenimiento. Es verdad que había cosas para mantener pero cosas estructurales como las goteras no es una cuestión de mantenimiento y él no quiere asumir esa responsabilidad, como es obvio.

—Entonces, la pelota está en manos de Educació.
—Creo que hay un problema de fondo entre la constructora y la Conselleria por temas económicos, pero no sé más y por eso el conseller decía que prefería un mal acuerdo a un buen pleito y que tenían su deuda con la construtora, pero eso no es una excusa. Cuando das una cédula de habitabilidad tiene que estar todo en condiciones.

—¿Habrá estudios de Danza?
—En nuestro proyecto para la dirección queríamos hacer un plan de explotación del centro. Hay salas vacías y propusimos sacarle un rendimiento. En la reunión con el conseller se habló de esto. Este año, por ejemplo, hemos puesto canto que ha costado mucho. Hay unas quince personas interesadas en hacer canto y ese es un buen número. En el tema de Danza se ha hecho un estudio de viabilidad de cómo se puede implantar que hemos mandado a la Conselleria y sabemos que hay gente interesada. Lo hemos pedido pero no será para el curso que viene.

—¿Cómo se plantean ampliar los estudios como están las instalaciones?
—La vida sigue y no puedes paralizar la actividad. Es como lo de suspender las clases. ¿Sacrificas a los alumnos y los condenas a que no puedan seguir su curso? Muchos quieren seguir los estudios superiores. Hay que intentar que el alumno sea el último que pague los platos rotos de toda esta situación y buscaremos lo que haga falta.

LA OFERTA

Comienzan los estudios de Canto el próximo curso escolar

El Conservatorio Profesional cuenta con alrededor de unos 300 alumnos repartidos en la sede de Ibiza y la extensión de Formentera. En Ibiza se imparten estudios de la familia de cuerda, como viola, violín, violoncelo, contrabajo; de cuerda pulsada, guitarra; piano y percusión, «una especialidad con mucha demanda», apuntó el director del centro, Iván Sanz. Además, cuentan con las familias de viento metal, en el que se incluye la trompeta, la trompa y el trombón aunque falta la tuba.

«Hay interés para hacer tuba», añadió. Una de las novedades de cara al curso próximo serán los estudios de Canto, que primero han de pasar las pruebas. «La Conselleria exige que como mínimo se presenten cinco personas a la prueba y hay quince interesadas. Entiendo a la Conselleria que no quiere poner nuevos estudios si no hay interesados», apostilló.