Si algo caracteriza a los representantes de la nueva política es su intolerancia patológica a la crítica, tanto si viene de los medios de comunicación como de otras formaciones políticas. Y ayer el conseller insular de Cultura, Patrimoni i Esports, David Ribas, ofreció un nuevo ejemplo de ello. Al de Guanyem no le sentó nada bien que el PP le interpelara por su trabajo al frente de su departamento y que en vez de preguntarle por temas de cultura (los que él se había preparado), la ‘popular’ Belén Torres se centrara en el estado de los bienes patrimoniales de la isla. Ri- bas, con el habitual tono de superioridad moral a lo Pablo Valdés, reprochó a Torres la subida del IVA cultural, la desaparición de las cajas de ahorro y la ambigüedad del PP con el catalán. «La historia de esta Comunitat es una tragicomedia gracias a su gestión», «no me venga a dar lecciones de gestión cultural porque no tiene ni idea» o «pena me da la cultura si está en sus manos» fueron algunas de las sentencias que Ribas espetó a Belén Torres, de quien aseguró que estaba dando «un espectáculo». No hay ninguna duda de que David Ribas es el mejor orador, de largo, de los catorce consellers de la corporación. Y quizás el más trabajador. Pero tampoco la hay de que es también es el más resentido.