El multitudinario funeral por Josep Planells Bonet en la iglesia de Sant Rafel fue una prueba del cariño que sentía toda la isla hacia este sacerdote y escritor que murió en 2014 a los 86 años de edad después de una vida intensa en la que se convirtió en uno de los puntales de la cultura ibicenca.

Nacido en 1928 en Sant Rafel, el más popularmente conocido como Pep Negre, aprendió las primeras letras en la escuela pública del pueblo y en 1939 ingresó en el Seminario de Ibiza para realizar estudios eclesiásticos. En 1951 fue ordenado sacerdote y ejerció la labor pastoral en las parroquias de Sant Vicent, Sant Francesc o Sant Carles.

Pero, sin duda, Planells será recordado como el cura de la iglesia de Sant Rafel donde estuvo desde el año 1977 hasta 2009. Más de tres décadas al frente de la parroquia le valieron para ser una persona muy apreciada en su pueblo. Su sobrina Lina Torres define a su tío como un hombre muy extrovertido, hasta tal punto que siempre dejaba abierta la puerta de su casa en Sant Rafel para que las personas, con las que podía charlar durante horas, entraran sin necesidad de llamar. «Era la forma que tenía de invitar a entrar a la gente. Además, no diferenciaba ni por edad ni procedencia», cuenta Lina.

En la linea de sus dos grandes maestros, Vicent Serra i Orvay quien le despertó el interés por la lengua catalana, y el archivero canónigo de la Catedral de Ibiza, Isidor Macabich, Planells fue un gran defensor de la lengua catalana. De hecho, decía las misas en ibicenco para evitar que el idioma se perdiera.

Su sobrina Lina afirma, en este sentido, que el sacerdote era un hombre de «mentalidad abierta» y tan flexible que cedía la iglesia a practicantes anglicanos o protestantes para que oficiaran sus ritos.

Fue a finales de los años 60 cuando el sacerdote dio el paso de empezar a escribir en catalán coincidiendo con su estancia en Sant Francesc de ses Salines. En 1968, Marià Villangómez seleccionó sus poemas en la antología Poetes eivissencs y, a partir de ese momento, publicó varios libros de poesía que algunos califican de misticoreligiosa.

Poco antes de su muerte, el sacerdote recibió el último premio de su vida, el Ramon Llull del Govern balear, en manos del entonces presidente José Ramón Bauzà que, a causa de su delicado estado de salud, acudió personalmente a la Residencia Reina Sofía donde meses después falleció.

Calle Josep Planells Bonet

Homenaje a un hombre que admiraba la belleza

El busto de bronce que preside el parque infantil de Sant Rafel, obra del escultor madrileño Pedro Requejo Novoa, rinde homenaje desde 2015, un año después de su muerte, a uno de los vecinos más estimados y recordados del pueblo. Precisamente, el lugar escogido para instalar la pieza, es una muestra del cariño que sentía hacia los más pequeños con quienes jugaba, como un niño más, cuando les impartía la catequesis.

Los que le conocieron dicen de él que era todo bondad, con un gran amor a la tierra y a la belleza. Unos valores que compartía con el historiador y eclesiástico Joan Marí Cardona, otro de los rafelers más estimados en su pueblo y con quien compartió una gran amistad durante años.

Ambos coincidían en otra afición: recorrer los caminos de la isla. En el caso de Planells, sus favoritos eran, sin duda, los caminos de Forca que inspiraron su libro de poemas Forca amunti Forca avall donde relataba sus experiencias a lo largo de sus largas caminatas y describía con palabras la estética de los paisajes ibicencos.