Durante el siglo pasado, la conserva del albaricoque empleó cada año en Ibiza a muchas mujeres que trabajaban de temporada durante el verano, especialmente los meses de junio y julio, mientras duraba la producción de este fruto.

El albaricoque ibicenco era uno de los más solicitados por la calidad y pulcritud en su elaboración, por lo que los excedentes que se producían eran exportados a otros países, especialmente a Inglaterra. De esta manera, la conservera se convirtió en una de las principales industrias de la isla.

La familia Marí Mayans se dedicó desde principios del siglo pasado hasta los años 30 a la compra de albaricoques para hacer conserva. Cada año contrataban entre 60 y cien mujeres que se sentaban en los terrenos que actualmente ocupa el paseo marítimo para preparar el fruto que, una vez listo, se mandaba al extranjero.

También la familia Matutes se dedicó entre los años 20 y 30 en el Pla de Vila a esta producción que adquiere una gran importancia hasta los años 60, especialmente en el municipio de Santa Eulària, en las fincas de Can Carlos, Can Clavos, Can Castelló o Can Serreta, en Santa Gertrudis, pero también en Can Bonet (Sant Antoni).

En Can Carlos, recuerdan que cada año acudían a trabajar entre 25 y 30 mujeres, normalmente vecinas de los alrededores. Llegaban por la mañana, con su comida, y trabajaban durante todo el día en el elaborado proceso de hacer la conserva de albaricoque.

La imagen de grupos de mujeres trabajando en la conserva del albaricoque al aire libre frente a la bahía de Ibiza pertenece ya a la memoria colectiva de la isla y de la historial local. Por este motivo y como muestra de agradecimiento a las centenares de mujeres ibicencas que trabajaron esta industria, el pleno del Ayuntamiento de Eivissa aprobó el año pasado dedicar una de sus calles a estas trabajadoras.

La calle elegida es la que discurre desde la calle de la Barra a la avenida Vuit d’Agost, cerca del paseo marítimo donde todas estas mujeres formaron durante décadas parte del paisaje habitual.

Este año, con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se inauguró el monolito conmemorativo en la calle que lleva el nombre de este colectivo de mujeres.

C/ Treballadores de l’albercoc

La laboriosa producción de esta conserva

El proceso de producción de la conserva del albaricoque era, a principios del siglo pasado, totalmente manual. Las mujeres que se dedicaban a este trabajo cortaban por la mitad los albaricoques, les sacaban el hueso y los colocaban en unos cañizos que, por la noche, se colocaban unos encima de otros en un pequeño almacén donde introducían unas latas llenas de azufre. Seguidamente, le prendían fuego y cerraban la habitación herméticamente con arcilla.

Al día siguiente, sacaban los albaricoques y los colocaban al sol en largas filas de 25 o 30 cañizos para que se secaran. Cada noche se amontonaban y se tapaban con otro cañizo hasta la mañana siguiente cuando se volvían a extender al sol y se iban girando hasta que estaban suficientemente secos.

Cuando este proceso finalizaba, las mujeres colocaban los frutos dentro de cajas rectangulares de aproximadamente 50 kilos de peso que se exportaban normalmente al extranjero.