Una imagen promocional del mentalista Toni Bright.

Crea a su propio personaje inventando un nombre ficticio y manteniendo el misterio sobre su propia edad. Eso sí, revela el nombre de su lugar de nacimiento, Elche, por el que siente un gran cariño. Desde pequeño observaba con ilusión a los mentalistas de la televisión hasta que finalmente consiguió ser uno de ellos. Asegura que si todo el mundo tratara de llevar a cabo sus sueños o hacer lo que realmente le gusta, viviríamos en un mundo mucho más ilusionante. Toni Bright actuará esta noche, a partir de las 21.00 horas, dentro de las cenas espectáculos de Pacha, y allí tiene previsto sorprender, deslumbrar e ilusionar al público al «contactar con espíritus, leer las mentes e incluso doblar objetos sin rozarlos».

—¿Qué diferencia hay entre magia y mentalismo?
—Es una pregunta que me hacen mucho. Pues el mago utiliza cartas, cuerdas o una chistera para sus espectáculos. En cambio, la baraja de cartas de un mentalista es la mente de las personas. También la sugestión, las habilidades sociales, psicología, hipnosis, etc. Si metes todo eso junto en una batidora, parece que realmente tengas poderes.

—Parece que realmente tenga poderes porque, ¿en realidad no los tiene?
—Yo siempre digo una cosa: el único poder que tengo es el de saber entretener a la gente, ese es el mayor poder que puede tener una persona que se dedique el mundo del espectáculo.

—¿Quién es el mentalista?
—Es una persona que se mete dentro del traje de mentalista y parece que realmente tenga poderes para leer la mente. Pero claro, ¿cómo se lee? Yo siempre digo que cada uno crea lo que quiera creer, pero que crea lo que más feliz le haga. A mí lo que más feliz me hace es que la gente se lo pase bien y se ilusione, sobre todo en estos momentos difíciles.

—¿A quién le gustaría leerle la mente?
—(Risas). Puff, pues a los políticos habría que leerles la mente de vez en cuando. Sobre todo al ministro de Hacienda para ver si es verdad eso que dice de que nos va a bajar el IVA cultural. Quizás también a algunos de mis músicos preferidos, para averiguar si piensan salir de gira o no. (Risas).

—Hace poco conocimos la noticia de que una espectadora quedó en trance tras participar en un espectáculo de mentalismo. ¿Por qué piensa que ocurrió?
—Sé lo que pasó, pero he escuchado tantas versiones que no sé qué pensar. Conozco a las dos personas, tanto al mentalista como a la espectadora. Parece que esa chica ya había tenido problemas del mismo tipo con otros mentalistas. Lo curioso es que se seguía sometiendo a las sesiones de hipnosis. Creo que pudo haber un grado de sugestión elevado por parte de la chica.

—¿Le podría pasar a usted?
—Yo no suelo realizar hipnosis en los espectáculos. No creo que me pasara a mí porque si lo hago es bajo la seguridad del 100% de que todo va a salir perfecto. También hay que tener en cuenta que mirando a las personas sabes quién es más y menos sugestionable.

—¿Ha utilizado alguna vez las artes que posee en su vida cotidiana?
—Mis amigos ya me tienen muy visto y no me hacen caso. (Risas). Al principio sí que los divertía con mis juegos. Ahora ya no quieren.

—¿Qué podrán ver las personas que asistan al espectáculo de esta noche en Pacha?
—Será un compendio de todas las cosas que hago en otros escenarios. Podrán ver cómo contactamos con espíritus, leemos la mente de las personas, movemos y rompemos objetos con la mente, usaremos psicología, intuición, etc.

—¿Cómo se prepara un mentalista?, ¿ha recibido alguna clase de formación?
—No, siempre fui autodidacta. De hecho recuerdo que cuando era niño siempre me sentaba con mi padre en el sofá a ver a los mentalistas y cada vez me iban gustando más. Un día me dio por empezar a leer y aprender y poquito a poquito me convertí en uno de ellos. Es curioso porque primero veíamos mi padre y yo a lo mentalistas por la televisión. Luego me convertí en uno de ellos y mi padre me pudo ver a mí por la televisión. Sobre todo porque estoy seguro de que él, que en paz descanse, me ayuda desde el cielo.

—¿Siempre tuvo claro que esa sería su profesión?
—Sí, pero sobre todo cuando me pregunté si quería llegar a los 70 años preguntándome sobre qué hubiera pasado si hubiera intentado dedicarme a lo que más me gustaba y hacer mi sueño realidad. La respuesta fue que no, que prefería intentarlo y aquí estoy. Creo que si todo el mundo intentara llevar a cabo sus sueños y hacer lo que más le gusta en la vida, viviríamos en un mundo más ilusionante.

—Siendo mentalista, ¿alguna vez le han pedido cosas difíciles de realizar?
—Pues sí, muchas veces. Al finalizar los espectáculos me piden que sane a enfermos o temas relacionados con espíritus. Pero yo termino mi trabajo en el escenario.