Alexandra deberá abandonar en diez días la casa donde todavía guarda la tienda en la que pasaron el verano.

«Sólo quiero un techo, una dirección donde mi hijo Óliver pueda decir: vivo ahí. Llevo 22 años en Ibiza y me parece increíble haber llegado a esta situación. Podría asumir hasta unos 900-1.000 euros pero es que no hay alquileres así para todo el año. Es lamentable. Me han llegado a rechazar por vivir con mi hijo». Alexandra Duchateau domina seis idiomas y tiene más de tres ofertas firmes de empleo estable para empezar a trabajar en breve, pero sobre ella pesa una «pesadilla» más inminente, la de quedarse sin casa en cuestión de diez días, «víctima de los realquileres y de la locura insoportable que domina el mercado inmobiliario de la isla».

Alexandra recuerda que llegó hace 25 años a Ibiza para trabajar como animadora en un establecimiento de Fiesta Hoteles. Después de tres temporadas se estableció en la isla: «pagaba 50.000 pesetas por un apartamento en el Tanit de Sant Antoni. Aquí he tenido a mis dos hijos, Maxim y Oliver, porque creía y creó que es el mejor sitio para vivir, pero jamás pensé que llegaría a sufrir esta pesadilla».

Hace dos años, al quedarse sin trabajo, Alexandra se trasladó con su hijo pequeño a Italia, pero el pasado verano decidió regresar porque «Oliver tenía su vida aquí. Mi hijo de 10 años lo pasaba mal porque añoraba a sus amigos del colegio de Sant Jordi y del equipo de baloncesto ses Salines, y decidimos regresar», apuntó al PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA Alexandra. Al llegar en junio no encontró nada asumible y pasó el verano en una tienda de campaña instalada en el jardín de la casa donde trabajaba cuidando dos niños, en Platja d’en Bossa. «Fue lo único que encontré después de mucho buscar. Fue una solución temporal hasta que encontré una oferta en Facebook, en el grupo Winter Ibiza Resident», apuntó Alexandra. Ella era consciente de que el alquiler de 600 euros mensuales era por seis meses, sabía que tenía que irse, pero en diciembre recibió el primer mazazo. «Poco antes de navidad me llamó el arrendatario y me dijo que tenía que abandonar la casa inmediatamente porque se lo había pedido el dueño de la casa. Ahí me di cuenta de que se trataba de un realquiler. Consulté a la Guardia Civil y me dijeron que no podrían echarme hasta que expirase el contrato el 5 de marzo. He pasado muchas noches sin dormir porque me sentí acosada e intimidada por el chico inglés que me lo alquiló», afirmó Alexandra, quien hasta hace poco trabajaba en la Veterinaria de Sant Jordi. «Tenía un contrato de tres meses que se acabó y ahora, con 45 años, me han llamado de cuatro sitios con ofertas de empleo estable. Hace cinco años no me habrían llamado, pero ahora se multiplican las ofertas. Es la nueva realidad, la gente cualificada ya no quiere o puede venir a Ibiza. No salen a cuenta los salarios actuales con lo que piden por una casa o habitación», argumentó Alexandra, quien denunció haber sido rechazada de algunas ofertas de alquiler por vivir con su hijo. «Afortunadamente, la isla me ha dado muy buenas amistades y una madre del colegio ya me ha dicho que a Óliver no le faltará casa hasta que acabe el curso».

LA NOTA

De una inmobiliaria a sufrir la burbuja

Alexandra Duchateau trabajó durante un tiempo en una inmobiliaria en Ibiza y apunta que la situación empezó a «desmadrarse hace unos diez años. Nosotros veíamos cómo pisos que alquilábamos a precios de mercado, a los pocos días aparecían en internet a precios impensables en aquellos años.

La denominada ‘Experience West’ se pasó a la locura de Platja d’en Bossa con alquileres de cinco cifras por semana. Ahora la situación está a punto de estallar», indica Alexandra, quien ayer acudió al Consell para buscar algún tipo de ayuda, pero no obtuvo respuesta. «No quiero que me regalen nada. Yo pagaría un alquiler, pero que sea razonable», concluye.