Varias generaciones de mujeres de Santa Eulària han guardado en su recuerdo los años de enseñanza de Margarita Ankermann, una de las maestras más queridas del pueblo. Una de sus alumnas fue Margarita Noguera, impulsora de una biografía escrita sobre la maestra, en la que destaca la gran profesionalidad de Ankermann, así como su cultura y amabilidad.

Gracias a ella sabemos que la maestra nació en Palma en 1882 en una familia vinculada al mundo del arte. Tras hacer la carrera en Barcelona, empezó a trabajar en Mallorca en 1909, año en que gana unas oposiciones para ocupar la plaza en propiedad en Santa Eulària.

Margarita Ankermann impartió clases en edificios particulares y de propiedad municipal a alumnas de todas las edades a lo largo de diferentes etapas políticas: desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la dictadura de Franco. Fue también vocal de la Junta Local de Primera Enseñanza de Santa Eulària, un organismo dependiente del Ayuntamiento cuyo objetivo era extender la educación a todos los núcleos del municipio.

En 1934, los maestros de la isla le organizaron un homenaje para celebrar el 25 aniversario de su llegada aSanta Eulària al que se sumó el Ayuntamiento, que acordó nombrar a Margarita hija adoptiva del municipio. Sin embargo, el mayor reconocimiento a su trayectoria lo obtuvo años más tarde, en 1952, cuando el Magisterio de Ibiza y Formentera le dedicó otro homenaje con motivo de su jubilación al que asistieron todos los maestros de las Pitiusas.

Estuvo casada con Marià Guasch, capitán de la marina mercante y práctico del puerto de Ibiza, con quien no tuvo hijos. El matrimonio dejó un gran recuerdo entre las personas que los conocieron y fue una de las parejas más populares de Santa Eulària, donde no había fiesta o evento en la que no participaran.

Guasch además apoyó a su mujer en su labor en la enseñanza y llegó a publicar un artículo en la prensa en el que denunciaba el mal estado de las escuelas del pueblo donde se pasaba mucho frío porque no tenían cristales en las ventanas y debían tener las puertas abiertas para que entrara la luz natural. La escuelas de niñas tenía capacidad para 20 alumnas en un pueblo de 5.000 vecinos.

Tras la muerte de Margarita Ankermann, el Ayuntamiento de Santa Eulària decidió poner su nombre a una de las principales vías urbanas de la localidad.

Calle Margarita Ankermann

Purgada por no ir a misa los domingos durante la dictadura

Con el estallido de la Guerra Civil, se inició el proceso de depuración del personal docente para adecuarlo a las directrices ideológicas del nuevo régimen. En noviembre de 1936 se publicó un decreto en que se instaba a a revisar la instrucción pública de los maestros, acusados de divulgar el laicismo. Los encargados de ejercer la educación a partir de entonces tenían que ser personas de absoluta solvencia moral católica y afines a la dictadura.

Margarita Ankermann fue objeto de la depuración de maestros que el Gobernador Civil de Baleares hizo en Ibiza. Esta institución pidió informes al alcalde de Santa Eulària, el jefe local de Falange España o el cura de la localidad. Todos los dictámenes fueron favorables a la maestra menos el del sacerdote, que acusó a Ankermann de mostrarse indiferente a la religión y de no acudir a misa los domingos. Este informe fue definitivo para retirar a la maestra de la docencia en Santa Eulària en 1940 y obligarla a trasladarse a Manacor para seguir ejerciendo. Un año después, la maestra fue restituida en su plaza y pudo volver a Santa Eulària.