El bebé tortuga se recupera en estos momentos en las instalaciones del CREM donde la alimentan para poder devolverla al mar. | Toni Escobar

Toni y Lucas, unos pescadores de Sant Antoni, lograron rescatar el pasado domingo una tortuga boba bebé que flotaba en alta mar en la zona de ses Bledes y trasladarla a las instalaciones del Centro de Recuperación de Especies Marinas (CREM) en el acuario de Sant Antoni.

La tortuga bebé, que pesa 4,6 kilos y mide 24 centímetros, tenía algunos parásitos internos y no se hundía bien, como explicó Verónica Núñez, oceanógrafa del CREM. Se trata además de un ejemplar de tortuga boba que tiene una anomalía física que la hace «muy especial» y que consiste en tener cuatro escamas laterales en el caparazón en lugar de cinco como es lo normal.

Ganar peso

Esta tortuga, la más pequeña que ha llegado en los últimos años al CREM, se recupera en estos momentos en el acuario aunque se ha comprobado tras realizarle una radiografía que no tiene ningún golpe ni ninguna lesión importante. «Ahora le estamos dando un complejo vitamínico y la estamos alimentando para que coja peso porque estaba muy delgadita», explicó Verónica Núñez.

Según explicó la oceanógrafa, el personal que cuida la tortuga espera liberarla cuanto antes aunque «todo depende de que coma bien y gane peso». Con la llegada del otoño, la temperatura del agua empieza a descender y la intención de los responsables del CREM es liberar el ejemplar de tortuga boba cuando esté lo suficientemente fuerte.

Consejos

Núñez insistió en la necesidad de concienciar a la gente de no manipular las tortugas en ningún caso si se las encuentran en el mar y llamar de manera inmediata al teléfono de emergencias 112. Si navegan en una embarcación deben subirlas a bordo y evitar quitarle cualquier parásito u objeto que tenga adherido al cuerpo, dado que son una fuente de información para saber lo que le ocurre a la tortuga y cuánto tiempo lleva nadando.

Tampoco se le deben extraer los plásticos que asomen de algún orificio de su cuerpo porque pueden acabar desgarrando al animal o extenderle alguna infección que estaba localizada. Por último, los expertos recomiendan no darle la vuelta a las tortugas pero sí cubrirlas con alguna toalla húmeda para evitar que se deshidraten.

LA NOTA

Una veintena de tortugas muertas este año

El Centro de Recuperación de Especies Marinas ha recibido este año una veintena de tortugas muertas y tan solo tres con vida.

Todos los ejemplares que perdieron la vida lo hicieron por culpa de los plásticos que flotan en el mar, bien por su ingesta o bien porque alguna de sus patas se había quedado enmallada.

El número de tortugas muertas este año ha aumentado considerablemente respecto al pasado aunque, como explicó Verónica Núñez, no se puede considerar una tendencia.

La última tortuga muerta llegó con vida al CREM aunque extremadamente delgada, posiblemente porque algún plástico no le permitía alimentarse.