Mari Carmen Gutiérrez atendió a Periódico de Ibiza y Formentera en la terraza del hotel Aguas de Ibiza, en Santa Eulària. Foto: TONI ESCOBAR

En octubre se cumplirán cuatro años del fallecimiento por culpa de una cáncer de Elena Torres Gutiérrez, una joven emprendedora ibicenca a quien su familia honra cada día a través de la asociación que lleva su nombre y que, a través de la investigación científica, busca que en un futuro no muy lejano esta cruel enfermedad no se asocie a la muerte. Mari Carmen Gutiérrez Peña, la madre de Elena, explica lo agradecida que está a la sociedad ibicenca y los objetivos de la asociación que preside junto a su marido, Alberto Torres.

—¿Quién era Elena Torres?
—Elena Torres, nuestra hija, era una persona maravillosa, inteligente y la persona que hizo posible ésto (el Hotel Aguas de Ibiza), fue la mano derecha del director de interiores, Jordi Cuenca. Ella fue el alma de este proyecto.

—Hasta que un día se cruza en vuestras vidas el maldito cáncer...
—Así es, de la noche a la mañana. Ella tenía 34 años cuando le dieron la noticia.

—¿Qué supone para una familia tener que luchar contra esta enfermedad?
—¡Ufff! Dolor. Es un dolor que no se puede explicar. Porque cuando te lo cuentan lo quieres entender pero no puedes porque no lo has vivido. Es un dolor que lo cambia todo de color, porque ya no hay colores en tu vida. Mientras hay vida hay esperanza, siempre. Mi hija en esta casa lo era todo. Donde estaba Elena había energía, ella era distinguida en todo y lo que ella decía, se hacía. Su padre solo le hacía caso a ella. Si, por ejemplo, la piscina estaba sucia sólo se limpiaba cuando lo decía ella. ‘Papá, no se puede gastar más’, decía. Y al día siguiente no se gastaba más. Era una guía muy importante para nosotros.

—Después de una pérdida tan grande, ¿de dónde sacan las fuerzas usted y su marido, Alberto, para fundar esta asociación?
—De nuestros nietos. Mi otro hijo, Alberto, que es único y nuestro motor. Mi nieto Sebastián, el hijo de Elena, me adora. Pero Carla, la hija de Alberto, me quiere mucho, es como mi hija. Carlita y yo nos miramos y nos entendemos, porque somos mujeres. Y mi nuera es una chica excepcional, la quiero un montón. Ella, Ana, es la continuidad de Elena y se ha entregado a este proyecto en cuerpo y alma. No lo he dicho nunca pero la quiero como si fuera mi hija. Y me dejan hacer lo que quiera con mi nieta, aunque no quieren que la lleve mucho en barco o que se quede a dormir en casa.

—¿En qué momento deciden poner en marcha la asociación?
—Muy pronto, no pasaron ni dos meses de la muerte de Elena. Ya lo teníamos todos en la cabeza. Cuando empezamos a ver visos de que comenzábamos a salir de la crisis, Elena ya me dijo de fundar una asociación para ayudar a gente pobre. Y mira al final lo que hemos tenido que crear... la vida es así y así hay que tomársela.

—¿A qué destinan el dinero que consiguen con esta asociación?
—Lo que conseguimos es patrocinar a una investigadora durante tres años para que investigue sobre la detección precoz del cáncer a través de nanosensores. Erradicar la enfermedad es imposible pero si se detecta pronto es cuando hay más posibilidades de curarlo. Yo ya tenía en la cabeza el crear una asociación pero un día su hermano dijo: «Tenemos que crear una asociación para Elena». De hecho, teníamos pensado poner una placa pero todavía no me siento con fuerzas. Quizás con el tiempo...

—¿Por qué se decidieron por la investigación?
—A mí me ha gustado siempre analizar por qué hago las cosas y, por lo tanto, la investigación me parece fundamental e imprescindible para poder curar la enfermedad. Hay muchísimas asociaciones para ayudar, y sabemos que esta ayuda nunca es suficiente, pero en la familia creemos en la investigación. En España todos los hospitales hacen lo que pueden pero algunas pruebas que aquí tardaban tres meses en gestionarse en Estados Unidos tardaban cuatro días. Por eso nos decidimos por la investigación.

—¿Cuánto dinero necesitan para su proyecto y cuánto llevan recaudado?
—Nuestro objetivo es recaudar 50.000 euros al año. En 2015 recogimos 38.000 y nuestro principal patrocinador, el Hotel Aguas de Ibiza, puso el resto, cerca de 12.000 euros. Este año, si la asociación consigue los 50.000 euros, lo que quiera dar el Aguas de Ibiza ya se adelanta para el año que viene. Nuestra investigadora tiene problemas para desarrollar sus descubrimientos, por lo que si recaudamos más de lo previsto podríamos ayudarla y seguir por este camino. Nuestra asociación está unida al Hotel Aguas de Ibiza porque no nos podemos dejar colgado al proyecto si no llegamos a los 50.000 euros previstos cada año.

—¿Cómo ha visto la acogida que ha tenido su asociación entre la sociedad ibicenca?
—Yo ya sabía que la sociedad ibicenca es única. En una cuestión que nada tiene que ver con la salud un señor me decía el otro día: ‘La sociedad ibicenca responde muy bien, me ha dejado muy sorprendido’. La sociedad ibicenca es seria y responde, pero es que la Asociación Elena Torres sale de esta sociedad. Hay gente que ha querido entrar en esta asociación pero hasta que no cumplamos dos años no podemos admitir patrocinadores, así que el año que viene ya podremos ampliar este proyecto.

—El año pasado también organizasteis una cena en es Baluard, en Palma.
—No tengo palabras. En Palma había un montón de eventos ese día y vinieron más de 400 personas. Debo darle las gracias a Jaime Colomar, que tiene casa aquí en Ibiza y fue quien inició nuestro proyecto en Palma. También tengo que acordarme de Marta Díaz, que antes de ser vicepresidenta del Consell d’Eivissa nos apoyó muchísimo. Esta asociación es apolítica pero tengo que reconocer que tanto el Ayuntamiento de Santa Eulària como el Consell nos dan todo lo que les pedimos hasta donde ellos pueden. Les estoy muy agradecidos. Marta Díaz, que perdió a su padre muy jovencita, es incondicional con nosotros y tuvimos mucho feeling enseguida. Siempre le digo en petit comité que el único defecto que tiene es que es política.

—Hábleme de la cena del 10 de septiembre, ¿qué se encontrará la gente que venga al Hotel Aguas de Ibiza?
—Se lo pasará muy bien porque se encontrará con un desfile de moda muy bien organizado del diseñador Luis Ferrer, que presentará sus modelos que más le han gustado. Luego también habrá una cena que a la gente ya le encantó el año pasado y seguirá en la misma línea. Y luego, como novedad, las copas en vez de servirse en el salón se servirán arriba, en el tejado, a un precio muy especial.

—Cuando consigan el dinero suficiente para este proyecto, ¿qué otros proyectos se plantean?
—Para empezar con un proyecto de este tipo tienes que pensarla un par de años antes. Queremos seguir con la investigación y apoyar a nuestra investigadora a que sus descubrimientos se conviertan en realidad. Ella ha empezado con el cáncer de mama, que es el que más se ha estudiado y el que tiene más probabilidades de éxito, pero también a investigar los cánceres incipientes.

—¿Qué les diría a las familias que ahora mismo están luchando contra el cáncer?
—Que mientras hay vida hay esperanza, y mucha. ¿Sabes qué les diría? Que luchen y luchen. Y que busquen, que busquen muchísimo. Yo me tuve que quedar cuidando a mi nieto y no pude buscar lo suficiente, por eso les diría que busquen y rebusquen por el mundo entero, que un padre y una madre tienen muchísima fuerza. Y que si tienen una idea, que piensen si la pueden hacer realidad. A mí me hubiera gustado ir más con mi hija a hablar con los médicos y a todas estas cosas. Si fuera hoy habría buscado a alguien que cuidara de mi nieto para yo poder ir con ella.