María Amador en su tienda de la vía Púnica de Eivissa, ‘Tentaciones de María’. | Arguiñe Escandón

María Amador ha pasado de ser esteticista a ser una de esas pasteleras que convierte en pequeñas esculturas sus tartas. Hace tres años abrió Tentaciones de María, una pequeña tienda situada en la vía Púnica de Vila. Esta joven emprendedora tuvo un primer año difícil, pero ahora todo le va viento en popa. «En mi casa siempre cocinaba con mi abuela, cada domingo hacíamos de todo, flanes, bizcochos, magdalenas.... así que desde los cinco años que estoy con las manos en la masa», contó.

María se formó mientras trabajaba de esteticién. Hizo un curso en Eivissa y luego tuvo que desplazarse en varias ocasiones a la Península. Sus hermanas abrieron una tienda en Alicante y ella decidió hacer lo mismo pero en la isla. «Al principio estuve un año trabajando desde casa, hacía tartas para amigos, para amigos de los amigos, hasta que ya no tenía espacio suficiente y empecé a buscar un local bien situado y con un precio razonable y aquí estoy», cuenta con una gran sonrisa. Y ahora, Amador está muy contenta con haber tomado esta decisión, «el primer año fue durillo pero ahora estoy muy satisfecha, la gente conoce mi trabajo y la calidad que ofrezco», añadió.

Un trabajo de chinos

Muy aficionada desde siempre a las manualidades, María se podría decir que realiza un trabajo ‘de chinos’ mediante el cual alcanza la perfección en todos sus dulces. «Para hacer una tarta con crema tardo entre dos o tres horas y para hacer una tarta con fondant (pasta hecha a base de azúcar) se te puede ir un día», aseguró. Todas las figuras las hace a mano, a petición del cliente, y éstos «me piden de todo, aunque la crema es más económica». Eso sí, aclara que todo tiene su precio. «Siempre digo que esto es como un coche, cuantos más extras más caro resulta, así que puedes comprar una tarta desde 40 euros pero a medida que te piden más cosas va subiendo el precio», aclaró.

Así, la tarta más cara que ha vendido durante todo este tiempo costó unos 3.000 euros. Medía 1,70 metros, estaba decorada con piedras de Swarovski y era para una cliente filipina que la quería para el día de su boda. El trabajo fue tan intenso que tuvo que venir su hermana de Alicante para ayudarla y juntas estuvieron dos semanas haciéndola.

Competencia desleal

María Amador asegura que el tema del fondant empezó en la Península hacia el año 2000, sobre todo en Madrid y Barcelona y que en Eivissa hará unos 5 años que ha llegado. «La primera tienda que se abrió fue en Santa Eulària y ahora somos tres en toda la isla, pero hay mucha competencia desleal que trabaja desde casa, e incluso me vienen a comprar utensilios para trabajar y no les puedo decir que no», denunció la pastelera.

Eso sí, la joven emprendedora asegura que, aunque parece fácil la manipulación del fondant, en realidad es sumamente complicado porque «hay que ir con mucho cuidado, se puede agrietar, tiene que estar flexible pero tampoco chicloso, hay que saberlo trabajar y saber cogerle el punto y que no esté ni muy frío ni muy caliente». Casi nada.

‘Frozen’ y superhéroes

María hace de todo, tartas para cumpleaños, bodas, comuniones, mesas dulces por temáticas, babyshowers... En este sentido aclaró que para niños lo más solicitado son los superhéroes y entre las niñas todo lo que lleve la película de Disney Frozen. «¡Es una pasada; si no he hecho 30 tartas de Frozen no he hecho ninguna!» bromeó esta experta pastelera que es capaz de hacer unas cinco tartas por semana. Aún así hay que pedirlas con antelación; en invierno con una semana es suficiente pero en verano hay que encargarlas 15 días antes.